Hoy derramé lágrimas
no de dolor ni pena.
Fueron pesadas y lentas.
Llenaron mis ojos para luego abandonarlos
recorriendo mis mejillas hacia el sur
para encontrarse con una sonrisa
nacida en un corazón conmovido.
Hoy derramé lágrimas
que surcaban la fértil tierra
de mi rostro sediento.
Lo acariciaron, le devolvieron su aliento.
Terminaron acurrucadas en los brazos de mi alma.
Y florecieron en mi pecho.