28.11.08

Golden Tears

The clouds have dropped their golden tears

The earth enriched by them laughs
embracing the cold echoes of the winter
saying welcome to the increasing blue whispers of a dying year

They vanish ghostly lingering and
rooted

Hoping for new tears to shed and
a soul to revive

Poem by cspellot Art by lisa ellis

1.11.08

Conflicted


The tight rope of life
Pulls souls apart
Haunting them by thoughts of which to please you
You look silently to this drama
In which actors everyday play center stage
Tensing though not tearing
Inflicting deep wounds that steam silent cries
Beating fast now, then in slow burn
We survive, we rush, we sleep, we die… conflicted

29.10.08

Un legado que perdura


Sin lugar a dudas, el nacimiento de un niño es un evento sumamente importante y de mucha alegría para los padres, familiares y amigos. Sin embargo, a pesar de la alegría que provoca el nacimiento del bebé es muy poco lo que podemos saber del mismo a parte de que se parece a uno o ambos de los padres. Podemos predecir también que un recién nacido comerá mucho, dormirá mucho, llorará mucho y ensuciará muchos pañales y lo por lo tanto habrá que cambiarlo mucho también. Si Dios nos bendice con un niño o niña saludable, eso es todo lo que podemos esperar. Con el paso del tiempo y los años tendremos una mejor idea de la personalidad y carácter del niño, pero inmediatamente después de su nacimiento sabemos muy poco.

Es un caso distinto cuando una persona muere luego de una larga vida. Después de muchos años de vida, la muerte deja un gran vacío en una familia, en unos amigos y hasta en toda una comunidad, pueblo o nación. Ese es el caso de un esposo o una esposa que se ha dedicado en cuerpo, alma y corazón a su cónyuge. Ese es el caso de un padre o una madre que de igual manera y con igual dedicación ha procurado el bienestar de sus hijos. También un gran amigo que se ha sacrificado por nosotros es alguien que dejará un vacío en nuestras vidas que como bien dice la famosa canción de Alberto Cortés “no lo puede llenar la llegada de otro amigo”. Personas que han tenido influencia para bien en nuestras vidas, en nuestras familias y aun en pueblos enteros son personas cuya muerte nos causará mucho dolor. La muerte de una persona así es considerada una pérdida irremplazable.

Moisés fue ese tipo de persona para el pueblo de Israel. Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Cuatro de esos libros narran la especial relación de Dios con Moisés desde su nacimiento al comienzo del libro de Éxodo cuando leemos que

Hubo un levita que tomó por esposa a una mujer de su propia tribu. La mujer quedó embarazada y tuvo un hijo, y al verlo tan hermoso lo escondió durante tres meses. Cuando ya no pudo seguir ocultándolo, preparó una cesta de papiro, la embadurnó con brea y asfalto y, poniendo en ella al niño, fue a dejar la cesta entre los juncos que había a la orilla del Nilo. […] De pronto la hija del faraón vio la cesta entre los juncos, y ordenó a una de sus esclavas que fuera por ella. Cuando la hija del faraón abrió la cesta y vio allí dentro un niño que lloraba, le tuvo compasión, pero aclaró que se trataba de un niño hebreo. La hermana del niño preguntó entonces a la hija del faraón:
—¿Quiere usted que vaya y llame a una nodriza hebrea, para que críe al niño por usted?
—Ve a llamarla —contestó. La muchacha fue y trajo a la madre del niño, y la hija del faraón le dijo: —Llévate a este niño y críamelo. Yo te pagaré por hacerlo.
Fue así como la madre del niño se lo llevó y lo crió. Ya crecido el niño, se lo llevó a la hija del faraón, y ella lo adoptó como hijo suyo; además, le puso por *nombre Moisés, pues dijo: «¡Yo lo saqué del río!»

hasta su muerte en la primera lectura que tuvimos para hoy en donde leemos que Dios le dice a Moisés luego de mostrarle la tierra prometida desde la cima del Monte Pisga,

“Éste es el territorio que juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. Te he permitido verlo con tus propios ojos, pero no podrás entrar en él.” Allí en Moab murió Moisés, siervo del Señor, tal como el Señor se lo había dicho. Y fue sepultado en Moab, en el valle que está frente a Bet Peor, pero hasta la fecha nadie sabe dónde está su sepultura.
Moisés tenía ciento veinte años de edad cuando murió. Con todo, no se había debilitado su vista ni había perdido su vigor. Durante treinta días los israelitas lloraron a Moisés en las llanuras de Moab, guardando así el tiempo de luto acostumbrado.

Moisés dejó un gran vacío en la vida del pueblo de Israel cuando subió al monte para nunca más bajar. El estuvo con Israel durante una etapa formativa de ese pueblo, pero los cuarenta años en el desierto no solamente formaron al pueblo sino que también formaron al líder.

A manera de repaso podemos decir de Moisés que Dios protegió su vida al ser encontrado por la sierva de la hija del faraón en el río Nilo. Creció en la corte del faraón. Huyó de Egipto a la tierra de Madián y se convirtió en pastor de ovejas. Tuvo un encuentro con Dios en un arbusto ardiente. Fue enviado por Dios ante el faraón y le exigió la libertad de los israelitas. Cruzó el Mar Rojo con los israelitas. Recibió los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí. Dirigió a Israel por cuarenta años en el desierto. Murió a la edad de ciento veinte años.

Un detalle importante que la lectura de Deuteronomio menciona es que Dios le permitió ver la tierra prometida a Moisés pero no lo dejó entrar en ella. ¿Por qué razón Dios no le permitió a Moisés entrar con Israel a la tierra que les había prometido? Muchos años después de haber salido de Egipto los israelitas llegaron a Horeb y se quejaron de tener sed y protestaron contra Dios y Moisés. Dios le dijo a Moisés que le hablara a una roca allí en Horeb para que brotara agua de la misma. Moisés debía hacer esto delante de todo el pueblo. En vez de hablarle a la roca, Moisés golpeó la roca y brotó agua de la misma. (Números 20:1-13) Dios se enojó contra Moisés por haberlo desobedecido y no haber santificado su nombre ante Israel. Su castigo fue que no entraría con Israel a la tierra por no haber hecho como el Señor le indicó.

Durante su vida Moisés tuvo cuidado de hacer todo lo que Dios le ordenaba, pero un solo momento de rencor lo hizo obedecer más sus impulsos que a la voz de Dios. Aunque él gozaba de una relación privilegiada con Dios y aunque procuró hacer todo lo que Dios le dijo tuvo sus fallas. Todos fallamos en un momento u otro. Muchos de nosotros fallamos más de lo que quisiéramos y lo sabemos. ¿Qué hizo Moisés luego de que Dios le dictara las consecuencias de pecado? Tuvo que aceptar que Dios es un Dios santo cuya voz debe ser escuchada antes que nuestra propia voz.

Moisés fue un gran líder y, a pesar de que sufrió tremendamente a causa de un pueblo a menudo ingrato y muchas veces desobediente, permaneció fiel al llamado que Dios le hizo de dirigir a su pueblo. Dios mismo quiso en varias ocasiones borrar a Israel de la faz de la tierra y comenzar un pueblo nuevo con Moisés pero en cada ocasión Moisés intercedía a favor de Israel y le recordaba a Dios sus promesas a Abraham, Isaac y Jacob.

Hoy día vemos que muchos buscan sacar ventaja de su posición como líderes para su propia ganancia. Esta actitud la vemos en los políticos que desean nuestro voto para llegar al poder y lograr sus objetivos bajo el pretexto de procurar el bienestar del pueblo. Esta actitud la vemos en el empresario ejecutivo que lleno de avaricia procura llenar su propio bolsillo de cantidades obscenas de dinero sin importarle aquellos a quienes él muy bien pudiera ayudar gracias a su acomodada posición financiera. Moisés fue el tipo de líder antitético al modelo de líder que se promueve en Wall Street y en el mundo corporativo en donde primero soy yo, segundo soy yo y tercero soy yo.

Moisés es todo lo opuesto al político nuestro de cada día. Es precisamente porque él procuró cumplir con la agenda de Dios en favor de Israel que Moisés dejo un gran vacío muy difícil de llenar en su pueblo. Líderes como Moisés son los líderes que Dios busca hoy día. Estos son líderes que anteponen la misión de Dios a su propia misión y procuran genuinamente el bienestar de los que han sido puestos a su cargo.

El apóstol Pablo sabía tan bien como Moisés que anteponer el plan de Dios a sus planes le conllevaría aflicción y sufrimiento, pero Pablo estaba muy consciente de que lo que Dios quiere siempre es lo mejor para su pueblo. La Biblia esta llena de líderes que decidieron cumplir con sus planes cuando Dios les indicaba que cumplieran con los de él. Las consecuencias para tales líderes no fueron muy gratas y menciono a líderes de Israel como los reyes Saúl y Acab.

San Pablo dice lo siguiente cuando escribe a los tesalonicenses en la segunda lectura para hoy,

Nuestra predicación no se origina en el error ni en malas intenciones, ni procura engañar a nadie. Al contrario, hablamos como hombres a quienes Dios aprobó y les confió el evangelio: no tratamos de agradar a la gente sino a Dios, que examina nuestro corazón.

Es en efecto esa actitud de agradar a Dios lo que distinguió el liderato de Moisés y el de Pablo. El primer ítem en sus agendas era agradar a Dios antes que a los hombres y cumplir con Dios antes que con los hombres. Nuestra lectura de Deuteronomio termina de la siguiente manera (Deuteronomio 34:10-12). ¿Cuál es la motivación que nos guía a actuar como lo hacemos en nuestro diario vivir, en nuestros trabajos, en nuestras oficinas y en nuestro trato con nuestros semejantes? ¿Procuramos el honor de Dios o el de los hombres? ¿Qué hicieron Moisés y Pablo?

El honor de los hombres no perdura. Es como la hoja seca y sabemos en esta época de hojas secas lo que ocurre con ellas. Pero honrar a Dios y buscar su voluntad sí perdura y deja un legado para que otros puedan también seguir ese mismo ejemplo.

Al fin y al cabo, Moisés no hizo nada más que apuntar Cristo al dirigir a Israel como un pastor dirige a sus ovejas y el apóstol Pablo al predicar el evangelio a la iglesia en Tesalónica no hizo menos seguir esos mismos pasos de nuestro amado Carpintero.

Moisés y Pablo nos están llamando a ser como Cristo y ser como nuestro Señor es un camino de aflicción y sufrimiento pero es el camino que nos llevará al gozo y descanso de Dios—gozo y descansos que son eternos. Amén.

20.10.08

¿Todo tiene su final?

"Todo tiene su final. Nada dura para siempre. Tenemos que recordar que no existe eternidad..." Héctor Lavoe

"Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin." Eclesiastés 3:11

"Cualquier creación tiene un principio y un final a menos que su creador decida lo contrario." CSPellot

19.10.08

La luz de la luna


Estas memorias duelen, Señor,
mucho más que la agresión sobre la piel.
Conozco la diferencia entre lo material
y lo metafísico.
Sé de dolor y este pesa mucho.
Presiona de afuera hacia adentro
pero quiere hacer estallar mi corazón.
Es un maltrato inmaterial que deseo
atrapar entre mis manos para poder
controlarlo pero mi poder no es tanto.
Sáname, Señor.
Mucho el sol ha arrojado sus garras
sobre mí y necesito más la luz de la luna.
Sáname, Señor.
cspellot 2008

18.9.08

Ya los alcanzo

Predicación del 10 de agosto de 2008

El domingo pasado vimos como Cristo hizo de aquello que parecía insignificante y minúsculo algo inmenso. Vimos que la multiplicación de los cinco panes y dos peces resultaron en un milagro nunca antes visto que demostró que Cristo es Dios y que Dios tiene total dominio sobre lo creado. Nada de lo que Dios ha creado esta fuera de su influencia sean cinco panes y dos peces o el mar.


Cristo es el buen pastor. Luego de alimentar a la multitud, la despide con gran gentileza. Son miles de personas que muy bien pudieron haberse ido sin necesidad de ser despedidas. Sin lugar a dudas cada una de esas personas sabía el camino de regreso a su casa, pero Jesús decide tomar un acercamiento personal de manera que la multitud para él no es una gran masa de gente sino muchos y diferentes rostros que necesitan un toque especial del maestro antes de que regresar cada quien al lugar de donde vino. Jesús es personal no distante. A miles de personas las envío de regreso a casa con una bendición y un toque de la mano, el hombro, un abrazo o un beso. Nuestro Dios es un Dios personal; un Dios que se relaciona con las personas que el mismo creó. Y no sólo es un Dios que se relaciona individualmente con nosotros; él se relaciona con nosotros como su cuerpo, la Iglesia. Y en comunión con él también nos ayuda a relacionarnos unos con otros. Es lo que conocemos como la comunión de los santos que confesaremos en el Credo Niceno.


Mientras Cristo despide a la multitud les dice a sus discípulos que vayan delante de él al otro lado del lago. Cristo les dice, “Yo los alcanzo.” La lectura del Evangelio el domingo pasado comenzó con Jesús enterándose de la noticia de la muerte de Juan el Bautista, su primo. Una noticia muy dolorosa ante la que Cristo respondió con el deseo de estar a solas. Sabemos que en ese momento su deseo no se materializó.


Cristo encuentra esa oportunidad de estar a solas luego de despedir a sus discípulos y a la multitud. ¿Qué hace Cristo cuando está a solas? Él ora. Cristo ora cuando está a solas. Usa el tiempo solitario para buscar la compañía del Padre. Cuando Cristo está a solas, está en comunión directa con el Padre y también intercede por todos aquellos que él ama. Los momentos a solas son excelentes oportunidades para la oración. Podemos adorar a Dios, interceder por nosotros e interceder por otros. Cristo nos dio muchos ejemplos de su tiempo a solas. Siempre que estuvo a solas, oró. Es un gran ejemplo que la Palabra de Dios nos insta a imitar.


Mientras tanto nos cuenta el evangelio para hoy que los discípulos se hallaban en medio del lago atravesando una tormenta que se ha desatado en su contra. Con fuertes vientos contrarios a la dirección en que ellos quieren ir y una gran distancia antes de llegar a la orilla, los discípulos están en una situación muy precaria. De seguro que ellos aprovecharon la ocasión ¿adivinen para qué? ¿Para orar? Bueno, no exactamente. Los discípulos en medio de la tormenta hicieron lo que es natural para cualquiera hacer en medio de una tormenta—remar más fuerte, luchar más fuerte, maniobrar más fuerte porque pensamos que esa es la única manera de mantenernos a flote.


Los discípulos hicieron exactamente lo que nosotros hacemos cuando de repente la vida nos arroja en una fuerte tormenta, usar nuestro poder, nuestro ingenio y nuestros recursos para contrarrestar el poder de la tormenta. El problema es que nuestro poder, ingenio y recursos son limitados. De hecho, muy limitados, especialmente cuando no tenemos control de la situación que atravesamos aun si pensamos que podemos controlarla. De seguro que los discípulos pensaron en algún momento que podrían atravesar esa tormenta y llegar a salvo a la orilla. Pero en esta ocasión, la tormenta no tenía intenciones de ceder su ventaja y estaba haciendo todo lo que se supone que una tormenta que haga, hacerle la vida más difícil al que la atraviesa.


Siempre llega un momento en medio de las tormentas de la vida en que pensamos dos cosas, 1. que se acabará en algún momento dado o 2. que nunca se acabará. Es cierto que esos fenómenos atmosféricos que conocemos como tormentas no son eternos, pero sí son cíclicos. Se van por un tiempo para regresar al cabo de un tiempo indeterminado y muchas veces con más fuerza. Las tormentas de la vida suelen operar muchas veces de la misma manera. Son impredecibles. No sabemos cuando nos tocará atravesar la próxima. El evangelio nos cuenta que los discípulos tenían al viento en su contra cuando ya estaban bastante lejos de tierra. Es luego de haber hecho progreso en nuestra vida, cuando nos va bien o cuando al menos así lo parece que las dificultades se levantan para arrojarnos hacia atrás; para simplemente tratar de aniquilarnos. La rebelión de un hijo puede ser esa tormenta. También lo puede ser una enfermedad terminal completamente inesperada. Puede serlo un matrimonio en crisis, al borde del divorcio. Como también puede serlo la perdida de un empleo. Para un esposo puede serlo la pérdida de su esposa y viceversa. Para un pastor puede ser una iglesia falta de amor. Las tormentas de la vida son extensas y muy variadas.


¿Cómo afrontarlas entonces? ¿Nos quedamos de brazos cruzados y esperamos que la tormenta termine? ¿Podemos hacer algo en realidad? Aquí tenemos que recordar que Jesucristo le dijo a sus discípulos “vayan al otro lado, yo los alcanzo.” Las tormentas de nuestra vida sirven para probar y fortalecer nuestra fe en Dios. Nosotros los hijos de Dios, por mucho que nos parezca, no atravesamos tormentas completamente solos. Jesucristo nos dice como le dijo a sus discípulos “ya los alcanzo.” Nos podrá parecer que nuestro Señor se ha retrasado demasiado. Nos podrá parecer nuestro Señor no va a llegar al fin y al cabo. Pero si él dijo “ya los alcanzo” es mejor esperarlo. A nuestro juicio Cristo llegará tarde o temprano, pero a Su juicio, Cristo llegará en el momento preciso.


El evangelio nos enseña que Cristo llegó a los discípulos de una manera muy excepcional. Cristo llega a la barca caminando sobre las aguas. Al respecto, sólo quiero comentar lo obvio, Cristo puede caminar sobre el agua. El la creó y ella lo obedece. Nosotros no podemos caminar sobre el agua. La ley de gravedad entra en acción y el peso de nuestro cuerpo nos hace imposible que podamos caminar sobre ella ya que la tierra nos atrae a su centro.


Pero el hecho de Pedro pudo caminar sobre las aguas cuando le pidió a Cristo que le permitiera ir adonde él demuestra que Cristo tiene poder sobre las aguas y la tormenta aun cuando la tormenta no haya terminado. Pedro caminó sobre las aguas cuando Cristo le dijo “Ven”. Pero ese mismo Pedro se hundió, como nos hundimos todos, cuando dudó que Cristo tiene poder sobre la tormenta aun cuando la tormenta no se haya acabado. Hermanos, Cristo tiene poder sobre la tormenta aun cuando ésta no se haya acabado. El dijo “ya los alcanzo” y alcanzarnos significa que él estará con nosotros. Cuando Cristo está con nosotros lo demás no importa. Cualquier tormenta por muy grande que nos parezca es pequeña cuando tenemos la seguridad de que Cristo nos acompaña. “Ya los alcanzo” significa “yo estaré contigo”, significa refugio, seguridad, compañía, aliento, fortaleza y paz aun en medio de la tormenta porque Cristo determina cuando la tormenta comienza y cuando la tormenta se acaba. Tan pronto Cristo entró a la barca la tormenta se acabó.


Mis amados hermanos, no hay mayor seguridad para nosotros a medida que atravesamos las tormentas de la vida que Cristo nuestro Salvador esté en la barca de nuestra vida. Si el está significa que ya nos alcanzó. En Cristo podemos estar seguros aun en medio de la tormenta. Cuando él está el fin de la tormenta se acerca. Amén.

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de pensar dddddy hacer siempre lo justo; para que nosotros, que sin ti no

podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir

según tu voluntad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive

y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los

siglos de los siglos. Amén.


Ecos

Te dijeron que la lluvia no caería en tu hiel,

El acero de tu alma evaporaría sus caricias tristes.

Impune aferrado a tu sequía,

Latiendo tu desierto ecos moribundos

De una voluntad que se cree eterna.


¡Eterna es tu sombra!

cspellot 2008

13.9.08

Dead

Am I dead? Am I dead, oh Lord?

Then I need you not to save me

Not to heal me

But to raise me from the dead!

You are the source of life. You are.

I walk living dead emphasizing living

But death cannot be pretended

It’s the domain where You are not.

Can I grab you Lord with my bare hands?

Can I stretch you in my arms?

To listen to your words as if I could touch them

To see you, Lord, to see you smile

And say all is well because you are there

Here with me in the valley, in the shadow and in death

Here with me.

cspellot 2008

10.8.08

¿A dónde huiré de tu presencia?

CSPellot
domingo, 20 de julio de 2008


Una gran parte de nuestra infancia se nos va en jugar. Cuando éramos niños cualquier cosa era un juego. Y hay una infinidad de juegos de nuestra niñez que podemos mencionar. A ver, ¿qué juegos recuerdan Uds.? Papa caliente, Chico paralizado, Tira y tápate, Toco palo, La peregrina, El trompo, Las canicas, Las escondidas, etc.

Cuando niño, uno de mis juegos favoritos era jugar al esconder (escondite, las escondidas). ¿Cuántos recuerdan ese juego? Yo diría que es un juego universal. No me extrañaría que los niños en todas las culturas jueguen este juego. Es un juego simple, pero sumamente divertido en el que un grupo de niños se esconde mientras que otro trata de encontrar a la mayor cantidad posible de los que se han escondido. Es una tarea casi imposible para el que está buscando a los escondidos.

A fin de cuentas es un juego de uno contra muchos y casi siempre muchos llegan a salvo al lugar de origen, donde el buscador contó del 1-40 ó 50 ó 100 antes de salir a buscar a los demás. Además, recuerdo que si yo encontraba a alguno de mis amigos tenía que salir corriendo al lugar desde el cual yo contaba los números para que fuese valido haberlo encontrado. Si mi amigo llegaba primero a ese lugar, yo no podía decir que lo había encontrado.

Jugar al esconder es un juego de voluntades donde se enfrenta la voluntad del que se esconde contra la voluntad del que busca. La creatividad de los niños cuando juegan al esconder no tiene límites. Todo puede ser un escondite (y no voy a dar ideas ya que hay niños presentes). El que busca esta en una misión—encontrar a la mayor cantidad posible de los escondidos. El que se esconde también esta en una misión—no ser encontrado y si lo es tratar de salvar la meta para que no digan que lo encontraron.

Jugar al esconder de día es muy divertido, pero nada como jugar al esconder de noche. ¡La oscuridad y el esconderse van tomados de la mano!

El salmista David nos ha regalado un salmo que podemos denominar como el salmo de jugar al esconder, pero en este caso ¡se trata de jugar al esconder con Dios! Pero antes de ver qué nos enseña David en este salmo me gustaría que pensáramos en cómo nosotros jugamos al esconder con Dios. ¿Qué cosas hacemos para escondernos de Dios? ¿Cómo se ve para cada uno de nosotros eso que llamamos jugar al esconder con Dios?

Debo romper con cualquier ilusión que cada uno de nosotros tenga acerca de nunca haber tratado de jugar a las escondidas con Dios. Cada uno de nosotros ha tratado de esconderse de Dios tarde o temprano. ¿Cuáles son nuestros escondites? ¿Cómo usamos nuestra voluntad para escondernos contra voluntad de Dios para encontrarnos? ¿Será nuestro trabajo nuestro escondite? ¿será nuestra familia nuestro escondite? Todos buscamos un escondite en algún momento dado porque hay momentos en nuestra vida en los que simplemente, hermanos, no queremos ser hallados. Queremos estar lejos de Dios. Queremos no saber de Dios. Y cuando no encontramos un escondite que nos sirva de excusa hacemos todo lo posible por crear uno.

Pero la pregunta es, ¿por qué nos escondemos de Dios? ¿Por qué tratamos alejarnos de su presencia? ¿Qué ocurre en lo profundo de nuestro espíritu que nos lleva a huir de la presencia de Dios? Y más importante aun, ¿podemos en realidad escondernos de Dios?

Es aquí donde el salmista David y su salmo 139, parte del cual hemos leído hoy, nos ilustran esto que hemos venido hablando de esconderse de Dios. David comienza su salmo diciéndonos,

Señor, tú me has examinado y me conoces; tú conoces todas mis acciones;
aun de lejos te das cuenta de lo que pienso. Sabes todas mis andanzas, ¡sabes todo lo que hago! Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú, Señor, ya la conoces. Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí.

vs. 1-5

Aquí podemos mencionar varios atributos de Dios. ¿Qué dirían Uds.? ¿Qué cosas describen a Dios? (Omnipotente, omnisciente, misericordioso, justo, perdonador, restaurador, etc.) Uno de los atributos más evidentes de Dios para David es su omnisciencia. Hay una frase famosa que dice que cada cabeza es un mundo. Y ese mundo interior que le es conocido sólo a David y a nadie más—así como nuestro mundo interior nos es conocido sólo a nosotros y a nadie más—no escapa del conocimiento absoluto de Dios. Dios sabe qué estamos pensando ahora mismo. Dios sabe si nuestro pensamiento está aquí o si está en aquello que tenemos pendiente por hacer después de nuestro servicio. Dios sabe si nuestro corazón está buscando más de Él o si se está escondiendo más de él.

El hecho de que Dios, a diferencia de nosotros, no tiene un conocimiento limitado de las cosas sino que nada pasa desapercibido delante de Él es una de las verdades más impactantes para David. Ni siquiera su interior esta oculto de Dios. Es como si el estuviera hecho de cristal, completamente transparente ante Dios. De igual manera, aunque no lo veamos como David lo veía, somos como un cristal delante de Dios. No hay pensamiento en nuestras mentes que Dios no conozca.

Otro atributo que David describe en su salmo es la omnipresencia de Dios. Omnipresencia significa que Dios no esta limitado, como nosotros, por el espacio. Nuestra realidad se circunscribe a nuestro entorno inmediato. Fuera de hay no tenemos influencia en nada más. Dios, sin embargo, influye aquí en Falls Church, VA y Shangai, China con igual poder y eficacia porque no tiene limites de espacio. Dios está presente en todo lugar y por eso nos salva a los que estamos aquí hoy y también a los que están en África, a los que están en Arabia y los que están en Latinoamérica. Dios es omnipresente o sea, todo-presente, en todo momento y en todo lugar. Dios estará con nosotros sea que estemos aquí o allá afuera. No hay escondites suficientemente recónditos como para mantenernos fuera de contacto con Dios. Escuchen estas palabras de David en los versos 7-12,

7 ¿A dónde podría ir, lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiría, lejos de tu presencia? 8 Si yo subiera a las alturas de los cielos, allí estás tú; y si bajara a las profundidades de la tierra, también estás allí; 9 si levantara el vuelo hacia el oriente, o habitara en los límites del mar occidental, 10 aun allí me alcanzaría tu mano; ¡tu mano derecha no me soltaría! 11 Si pensara esconderme en la oscuridad, o que se convirtiera en noche la luz que me rodea, 12 la oscuridad no me ocultaría de ti, y la noche sería tan brillante como el día. ¡La oscuridad y la luz son lo mismo para ti!

Desde la caída de Adán y Eva, el hombre ha estado huyendo de Dios, tratando de esconderse de su Creador, pero nuestro Creador ha estado en todo momento diciéndonos que no es posible huir de su presencia. No podemos por muy creativos que seamos desarrollar un plan que nos aleje de la presencia de Dios. Dios está cerca de nosotros, hermanos, porque él quiere y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

El llegar a entender estas verdades acerca de Dios es sorprendente para David y debiera ser sorprendente para nosotros también porque Dios siendo tan grande, tan soberano y tan fuera de nuestro alcance intelectual y espiritual se nos ha revelado, se nos ha hecho sencillo, queriendo establecer una relación con nosotros y expresar esa relación espiritual en nuestro lenguaje humano y concreto. Esto hace a David decir lo siguiente,

Sabiduría tan admirable está fuera de mi alcance; ¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!

v. 6

Dios, quien en realidad debido a sus atributos, esta fuera de nuestro alcance, está cerca de nosotros. Dios no nos abandona, hermanos, ni nos abandonará. Ya que el Señor insiste en estar cerca de nosotros, en amarnos y dejarnos saber que no tiene sentido que huyamos de su presencia cuando el quiere que disfrutemos de la misma, ¿qué podemos o qué debemos hacer para disfrutar de esa misma presencia?

David termina dándonos el mejor ejemplo a seguir. Aquellos que hemos llegado a reconocer estas verdades acerca de Dios, que Él es omnipresente, omnipotente y omnisciente entre otros atributos que Uds. han mencionado, hacemos bien en seguir los pasos de David cuando oro de la siguiente manera,


Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno. Vs. 23-24

Amén.

Dios omnipotente, fuente de toda sabiduría, tú conoces nuestras necesidades antes de que te pidamos, y nuestra ignorancia en pedir: Ten compasión de nuestras flaquezas, y danos, por tu misericordia, aquellas cosas que por nuestra indignidad y ceguedad no sabemos ni nos atrevemos a pedirte; por los méritos de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.

17.7.08

Menos es más

Este es el tipo de ayuda que necesito: ayuda práctica, con humor y al grano para los que dirigimos adoración litúrgica cada domingo. Los anuncios se han convertido para mí en una bestia indomable. ¿Alguien allá afuera en la blogósfera quisiera compartir sus recomendaciones o ideas al respecto?

14.7.08

Yo soy tuyo

Para los amantes del reggaetón. ¡Disfrútalo!

6.7.08

Let's go on a drive


Let’s go on a drive
you and I.
Let’s go on
and save some lives.
For life we share
that we may give
what’s freely given
you and me.
Drip by drip,
hung on a cross
his life transposed
onto our souls
that we may give
what we’ve received.
A precious gift
to save them all.

Entre la espada y la pared

7mo domingo después de Pentecostés
29 junio 2008

Cuenta la historia real de un joven alpinista estadounidense de 27 años llamado Aron Ralston que decidió pasar una semana de vacaciones haciendo lo que más le gustaba – escalar montañas. Le fallaron los colegas con los que pensaba ir, pero confiado en su experiencia de montañismo en solitario, cambió el destino programado por otro que conocía – el Cañon Blue John, en el estado de Utah, y sin pensarlo dos veces cogió su camioneta pick-up y se puso en marcha. Con la pick-up discretamente aparcada tras unos matorrales, inició una de las salidas del día -pensaba regresar a dormir a la pick-up- con una pequeña mochila, con lo básico inició su excursión dentro del cañón.[1]

Al cabo de un par de horas, en un movimiento rutinario para salvar un paso estrecho –de apenas un metro- en el que había una gran roca, saltó sobre ella, y al deslizarse por el otro lado, la roca -800 libras, unos 360 kilos- también se deslizó, atrapándole el antebrazo derecho, justo por debajo del codo. Según ha descrito el propio Aron no fue especialmente doloroso ese momento. Una sensación de presión fuerte y firme. “¡Vaya; que tontería! ¡Una maniobra sencilla, sin ningún riesgo, repetida miles de veces, y que se complica!”; Intentó liberarse… pero pronto se dio cuenta de que no iba a ser posible. Estaba seriamente atrapado.[2]

Pasaron 2, 3, 4 días con sus noches de pesadilla, falta de sueño, frío, deshidratación, pensamientos erráticos… y esa lucidez que da estar al borde de la locura. Mientras tuvo energía, Aron tuvo la sangre fría de grabar en video sus reflexiones, su situación, sus pensamientos… pensando en dejarlos como último legado a quien –algún día- encontrara sus restos momificados en el fondo de ese cañón. Porque estaba claro a medida que pasaba el tiempo y el fin de semana que nadie iba a pasar por allí entre semana, y tenía la certeza de que no viviría mucho más. Ya era milagroso que hubiera sobrevivido 5 días pegado a ese muñón de brazo que ya empezaba a apestar, gangrenado, podrido y apestoso… ¡Esa era la clave! ¿Para qué quería un brazo que ya estaba perdido más allá de cualquier posibilidad de restauración quirúrgica?[3]

Aron decidió que no quería seguir pegado a aquel despojo ya muerto… y que no quería acabar así. El instinto de supervivencia tomó el control. Tras apretar un torniquete con la mano izquierda y la cuerda de escalada, con su navaja multi-herramientas empezó a cortar, piel, músculo, tendones, nervios (con los alicates)—descubriendo una nueva dimensión al dolor—hasta llegar a los huesos que tuvo que romper haciendo palanca con su propio peso.[4]

Fue así que Aron logró liberarse y ser rescatado de una situación que bien podemos describir como encontrarse entre al espada y la pared. Aron tuvo que eligir entre la vida y la muerte al hallarse atrapado bajo una roca de 800 libras.

Quizás nosotros no hayamos pasado por una experiencia similar a la de Aron; una experiencia que nos haya puesto en tal extremo que tuviésemos que decidir entre nuestra propia vida o nuestra propia muerte. O lo que es peor aun, decidir entre la vida y la muerte de otra persona.

Durante los últimos domingos hemos estado estudiando la vida de Abraham, el padre de la fe. A la altura de la lectura que tenemos para hoy en el libro de Génesis, Abraham ha pasado por varias experiencias que indican que Dios lo está preparando para establecerlo como lo que significa su nombre, padre de muchas naciones. Hemos visto cómo Dios lo llama siendo viejo y con una esposa estéril para prometerle que su descendencia será innumerable. Al pasar de los años, Abraham y Sara toman el cumplimiento de la promesa de Dios en sus manos y nace Ismael, hijo que le nace a Abraham de Agar, esclava de Sara. Esta situación se convierte al fin y al cabo en una situación muy dolorosa ya que Dios aprueba el reclamo de Sara a Abraham de que despida a su hijo Ismael y a su esclava.

La promesa de Dios para Abraham no será cumplida por medio de Ismael; ese hijo tiene que desaparecer del plan de Dios para Abraham. Esa de por si es una situación que podríamos calificar como encontrarse entre la espada y la pared. Aun así, Abraham no se ha enfrentado al mayor reto de su vida.

Ese reto llegó con la lectura que tenemos hoy en el libro de Génesis. La Biblia contiene de principio a fin una cantidad de relatos sumamente interesantes, pero el relato al que nos enfrentamos hoy desafía nuestros instintos naturales y aun nuestra imaginación. Hoy, el mismo Padre celestial pone a Abraham entre la espada y la pared como nunca antes.

De manera natural, nosotros los seres humanos tendemos a la preservación de nuestra especie. Claro, que debido a nuestra naturaleza pecaminosa también tenemos tendencias para la autodestrucción, pero en general, debido a la ley natural que Dios imprimió en la creación y en el corazón del hombre, nos inclinamos hacia la preservación y protección de nuestra especie. De ahí, que los padres cuiden de los hijos y procuren lo mejor para ellos. Y esa es precisamente, la circunstancia de Abraham – padre al que ya entrado en años Dios lo bendice con el hijo prometido. Es de esperar que Abraham cifre todas sus esperanzas de tener la descendencia que Dios le ha prometido en su hijo Isaac y mucho más cuando Dios le ha pedido que despida a su hijo mayor, Ismael. Para mí no hay duda de que Abraham es un padre que ama a Isaac como muchos padres amarían también, con todo su corazón. Pero la situación de Abraham es peculiar debido a las circunstancias milagrosas bajo las que nace Isaac. No podemos olvidar que Sara la madre de Isaac no podía tenerlo ya que ella era estéril.

Isaac es el hijo de la promesa. Es el cumplimiento en carne y hueso de lo que Dios le había dicho a Abraham que sucedería y no se lo dijo una vez sino que se lo dijo en repetidas ocasiones. Por ejemplo,

“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti (o sea, en tu descendencia) serán bendecidas todas las familias de la tierra!” Génesis 12: 2,3

Luego el Señor lo llevó afuera y le dijo: “Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia!” Abram creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo. Génesis 15:5

Al oír que Dios le hablaba, Abram cayó rostro en tierra, y Dios continuó: “Éste es el pacto que establezco contigo: Tú serás el padre de una multitud de naciones. Ya no te llamarás Abram, sino que de ahora en adelante tu nombre será Abraham, porque te he confirmado como padre de una multitud de naciones. Te haré tan fecundo que de ti saldrán reyes y naciones. Estableceré mi pacto contigo y con tu descendencia, como pacto perpetuo, por todas las generaciones. Yo seré tu Dios, y el Dios de tus descendientes. A ti y a tu descendencia les daré, en posesión perpetua, toda la tierra de Canaán, donde ahora andan peregrinando. Y yo seré su Dios. Génesis 17: 3-8

En cambio, Dios hoy parece atentar contra su propia palabra. El hijo de la promesa, al que Abraham vio nacer de su propia esposa Sara y a quien él cargó en sus brazos, a quien le besó la frente y le ha visto crecer, se ve amenazado por nadie más ni nadie menos que el cumplidor de la promesa, Dios mismo.

Pasado cierto tiempo, Dios puso a prueba a Abraham y le dijo: “¡Abraham!” “Aquí estoy” respondió. Y Dios le ordenó: “Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas, y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré.” Génesis 22: 1,2

¿Qué pretende Dios al probar a Abraham de esta manera? ¿Qué persigue el Señor al pedirle a un padre que haga algo que va contra su instinto natural? ¿Cuál es el fin, el propósito, de la prueba que enfrenta Abraham? Sin duda alguna, Abraham se haya entre la espada y la pared. Hay varios pasajes en la Biblia que nos hablan de la prueba de nuestra fe, de eso que llamamos encontrarse entre la espada y la pared espiritualmente hablando. El apóstol Pedro lo explica de esta manera,

El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele. 1 Pedro 1:7

La fe para mostrarse fe tiene que ser probada como el oro es probado por fuego para mostrarse oro al fin y al cabo. El fuego tiene la capacidad de destruir, pero también tiene la capacidad de purificar. Nada menos que el fuego demostrará la calidad del oro. Y así, la prueba es el medio a través del cual Dios nos purifica para que nuestra fe sea aprobada delante de el. Cuando el señor nos prueba como lo hizo con Abraham sabremos si nuestra fe en el Señor es verdadera.

El apóstol Santiago también nos dice en su carta,

Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Santiago 1: 2,3

La prueba es parte de nuestro crecimiento como cristianos. Nosotros no llegamos a tener una fe madura en el Señor sin pasar por el fuego de las diferentes pruebas que el Señor nos envía para que confiemos cada día más en él. Uno de los frutos de una fe madura es la paciencia, como dice el apóstol Santiago.

Abraham no hubiese podido pasar la prueba a la que Dios lo sometió sin antes haber pasado por todas las experiencias a las que el Señor lo sometió. Abraham tenía todo el derecho de aferrarse al hijo prometido, al hijo que Dios le había dado en su vejez. En cambio, porque él se encontraba en un punto en su vida en el que su fe ya había sido probada y su confianza en Dios había crecido, Abraham partió con su hijo Isaac para hacer lo que Dios le había pedido, sacrificar a su hijo amado. Así dice la palabra,


Abraham se levantó de madrugada y ensilló su asno. También cortó leña para el holocausto y, junto con dos de sus criados y su hijo Isaac, se encaminó hacia el lugar que Dios le había indicado. […] Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham construyó un altar y preparó la leña. Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.10 Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo,11 pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo: —¡Abraham! ¡Abraham! —Aquí estoy —respondió. —No pongas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—. Ahora sé que temes a Dios, porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo. Abraham alzó la vista y, en un matorral, vio un carnero enredado por los cuernos. Fue entonces, tomó el carnero y lo ofreció como holocausto, en lugar de su hijo. Génesis 22: 3, 9-13

La Biblia también dice que Dios no nos someterá a pruebas que nosotros no podamos soportar.[5] El ejercicio de nuestra fe se da en la obediencia a Dios. En la obediencia a Dios es que obtenemos la gracia para enfrentar y soportar la prueba. Abraham se encontró en un momento en su vida en que él sabía que aun en la muerte de su hijo Isaac Dios cumpliría su promesa. Ciertamente, él no sabía cómo, pero sí sabía porque tenía fe que Dios era poderoso para levantar a su hijo Isaac aun de entre los muertos.[6]

Esta historia de encontrase entre la espada y la pared en la vida de Abraham refleja que no sólo somos nosotros los que nos encontramos en situaciones difíciles que probarán nuestra fidelidad y amor a Dios sobre todas las cosas, sino que también refleja una historia más grande que la de cualquier prueba que nosotros podamos sufrir.

Es el Padre celestial, quien impidió el sacrificio de Isaac, quien también sacrifica a su único hijo amado para salvarnos. Podemos decir que nuestro propio Dios no nos hace pasar por cosas que él mismo no este dispuesto a pasar. Tal es el grado de identificación de nuestro Dios con su creación. Es ahí donde la encarnación de Jesucristo se nos revela claramente. Dios no solo se identificó con nuestros dolores, pruebas y sufrimientos sino que los tomó sobre sí mismo como nadie nunca hubiera podido. Y esto lo hizo nuestro Señor para acercarnos a él y salvarnos de nuestro pecado. Dios mismo se halló, como el joven de la historia que relatamos al principio, entre la espada y la pared.

Dios sabe lo que es sentirse en situaciones que muchas veces no tienen sentido para nosotros, lo sabe muy bien porque él mismo tuvo que entregar a su hijo. Ese Dios que sufrió la prueba de perder a su propio hijo es el mismo Dios que nos fortalecerá en medio de nuestra prueba para que como Abraham seamos hallados aprobados luego de la misma. Amén.

Dios todopoderoso, has edificado tu Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles y profetas siendo Jesucristo mismo la piedra angular: Concédenos que estemos unidos en espíritu por su enseñanza, de tal modo que lleguemos a ser un templo santo aceptable a ti; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


[1] Entre la espada y la pared. http://aventurasinriesgo.blogspot.com/2007/05/entre-la-espada-y-la-pared.html

[2] Idem.

[3] Idem.

[4] Idem.

[5] 1 Corintios 10:13

[6] Hebreos 11:19

1.6.08

Centavos

2do domingo después de Pentecostés

Leia el periódico recientemente acerca del alza en los precios de la gasolina y los alimentos. Un articulo decía que “el alto costo de la gasolina esta teniendo un efecto de dominó a través de toda la economía americana. No sólo estamos pagando más en la pompa, sino que muchos negocios locales se ven afectados por el alza en los precios y nosotros terminamos pagando por eso también.” (abc13) Un ejemplo lo son los negocios que hacen entregas a domicilio.

En otra noticia relacionada con el alza en los precios de los alimentos leía que “entre los comerciantes detallistas, el alza en los precios de artículos esenciales – desde el maíz, que ahora está en mayor demanda debido al aumento en la producción de etanol, hasta el trigo que se ha triplicado en precio en los últimos 10 meses – tiene a algunos analistas de la industria sugiriendo que el alza en los precios no es una fluctuación temporera sino que puede que esté aquí para quedarse.” (msnbc)

Estas son noticias muy recientes acerca del estado de nuestra economía. La cosa se está poniendo más difícil cada día para los consumidores. Otra noticia muy similar me sorprendió mucho. Esta noticia del periódico The New York Times decía lo siguiente, “el costo de la vida está creciendo consistentemente. En los últimos 13 años ha habido un aumento en el precio de artículos esenciales de exactamente un 49.1 porciento. El vendedor al por mayor está pagando la mitad de un porciento más este mes [agosto] de lo que pagó en julio pasado, y casi el mismo aumento ha ocurrido mes tras mes desde el fin de la primavera. Mientras que los vendedores al por mayor han estado pagando más, el aumento al consumidor ha ido progresando aún más.
“Cuarenta y ocho artículos usados por los consumidores cuestan más este mes de lo que costaban un año atrás, y todos estos artículos son de los que el consumidor compra más, tales como la harina, los huevos, la carne de cerdo, de cordero, el queso, el café, el té, y la mantequilla.” (nytimes, August 14, 1909) Esa noticia fue publicada el 14 de agosto de 1909.

Al parecer, los problemas que la economía está enfrentando hoy no son nada nuevo. A principios del siglo veinte, los consumidores se encontraban en una situación muy similar a la nuestra hoy día. La vida, en vez de abaratarse, continúa poniéndose más y más cara. Muchos comerciantes y negocios sufren, pero nadie sufre como los que nos encontramos en el último peldaño de la escalera, nosotros los consumidores.

El que la economía se halle en el estado en que se encuentra hoy es motivo de preocupación para muchos. La mayoría de las familias en nuestra comunidad ganan justamente lo necesario para poder subsistir. Vivimos de cheque a cheque sin que nos sobre el dinero. La cosa es más difícil aún cuando la economía sigue empeorando y nuestros sueldos no siguen aumentando de acuerdo encarecimiento de la vida.

Para muchos padres y madres familia esto se convierte en una situación agobiante. ¿Nos dará el dinero para cubrir nuestros gastos este mes? A veces es muy difícil mantener la calma ante las presiones económicas.

Cristo parece tener algo que decirnos al respecto cuando nos enseña en el evangelio para hoy precisamente acerca del dinero. Cristo no fue un economista ni analista político. Nuestro Señor siempre procuró darnos una justa perspectiva del significado de la vida. Las presiones de nuestro diario vivir sean de índole económica o familiar pueden desenfocarnos de tal manera que se nos vaya la vida en aquello que nuestro Señor no deseó para nosotros en primer lugar.

El evangelio para hoy comienza poniendo las cosas en su justa perspectiva para nosotros, “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Cristo nos esta hablando acerca de la naturaleza del corazón humano. Fuimos creados para demostrar lealtad, para demostrar fidelidad primeramente a Dios y en segundo lugar a nuestro prójimo. Dios no nos creó para que fuésemos ambivalentes entre una cosa y otra. La naturaleza del corazón humano es tal que se entregará a una causa por entero y no otra. El corazón del hombre fue creado para amar a Dios incondicionalmente, pero nuestra elección por el pecado hace de nuestro corazón un corazón dividido a diferencia del corazón íntegro que Dios nos había dado en la creación. Antes de su caída, Adán amaba a Dios sobre todas las cosas y a Eva como a sí mismo. No había confusión de lealtades en Adán pues toda su lealtad a Eva se derivaba de su lealtad hacia Dios. Después de su caída, Adán no sabía como amar. Su norte que era Dios mismo ya no era su norte a causa del pecado.

De ahí que Cristo diga muy claramente, “Nadie puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y a las riquezas.” Un corazón divido por muy dividido que esté siempre tendrá un señor. Cristo nos alerta claramente que amaremos a Dios con todo nuestro corazón, fuerzas, mente y espíritu o amaremos a otro de la misma manera. Aquí cabe la pregunta para nosotros, ¿Quién es nuestro señor?

Esta ambivalencia del corazón humano de querer amar y obedecer a dos señores a la vez es lo que Cristo se dispone a corregir en su enseñanza en el Sermón del Monte que tenemos en el evangelio para hoy. Cristo no tiene una receta médica para curar nuestra condición ya que nuestra condición no se puede curar con una receta médica. Sin embargo, Cristo nos ofrece un remedio muy sencillo. De hecho, lo que Cristo nos propone es tan sencillo que nos parece increíble y más aún cuando nos encontramos en las presentes circunstancias económicas por las que atraviesa el país y el resto del mundo.

Cristo nos dice, “No se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene más valor la vida que la comida, y el cuerpo más que la ropa?...

EN otras palabras, Cristo nos dice, ¿qué vale más? ¿Qué es lo más importante? ¿Qué es lo mejor? Recordemos que esto fue precisamente la situación que enfrentaron Marta y María cuando Jesús fue a visitarlas a su casa. Cristo dijo que María había escogido la mejor parte ya que ella se había sentado a sus pies a escucharlo. Cristo no le dijo a Marta que lo que ella estaba haciendo no era de importancia sino que había algo mejor, mas importante. Ahí radica nuestra dificultad—en identificar la sencillez del llamado de Cristo a escoger la más importante y mejor parte que como a María no nos será quitada.

Nuestro corazón tiene una habilidad grandísima para escoger lo menos importante. Y es también ahí donde radica el reto de Cristo para nosotros, escojamos la mejor parte. Vayamos en contra de lo que nuestro corazón nos está diciendo que es importante cuando en realidad no lo es. La vida vale más que la comida y el cuerpo más que la ropa. Escojamos lo mas importante que es Cristo y su reino y de todo lo demás Cristo ya ha tenido cuidado en favor nuestro.

Termino con una historia que ilustra lo que les he estado compartiendo, hermanos. Se llama Buscando Centavos.

Un día un muchachito estaba caminando cuando descubrió un centavo de cobre brillando en el polvo. Lo recogió y lo sostuvo con entusiasmo. ¡El centavo era suyo y no le había costado nada!

Desde ese día, dondequiera que caminaba, mantenía gacha la cabeza, sus ojos inspeccionando atentamente el suelo en busca de más centavos, y quizá otros tesoros aun mayores. Durante su vida, por supuesto, encontró más dinero.

En realidad, recogió 302 centavos, 24 monedas de cinco centavos, 41 de diez centavos, 8 de veinticinco centavos, 3 monedas de medio dólar y un gastado dólar de papel… un total de $12.82. Mantuvo en lugar seguro su tesoro, protegiéndolo como una “herencia gratis” de riqueza. Se gozaba con el hecho de que ese dinero no le había costado nada.

¿O sí le había costado? Durante la búsqueda de su tesoro perdió de ver la plena belleza de 35 127 puestas de sol, el esplendor de 327 arco iris, la hermosura de blancas nubes flotando por encima de su cabeza en un cielo de cristal azul, pájaros volando a gran altura, ardillas saltando en los árboles de rama en rama por encima de los senderos que transitaba y el brillo de las hojas de otoño danzando contra un fondo de sol otoñal.

Lo que obtuvo, $12.82, no fue con seguridad igual a lo que perdió.

La moraleja de esta historia es que los hombres, mientras buscan su sustento, se olvidan de vivir.

En otras palabras, esto es lo que Cristo nos dijo,

Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. (Mateo 6:33,34)

Oremos,

Concede, oh Señor, que el curso de este mundo sea gobernado pacíficamente por tu providencia, y que tu Colectas Iglesia pueda servirte con gozo, confianza y serenidad;
por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Interesante video acerca de la vida parroquial

18.5.08

Pentecostés: Nace la Iglesia

Pentecostés 2008 A

Todos los pueblos tienen fiestas que forman parte de su idiosincrasia y cultura; fiestas que distinguen a cada pueblo entre sí. Un ejemplo claro lo son las Fiestas de San Fermín en Pamplona, España, con sus temidas corridas de toros cada verano del año. Hace unos días recordamos junto a nuestros hermanos mexicanos la famosa celebración del Cinco de Mayo, la gran batalla de Puebla que es un orgullo para la historia de México.

Muchos países en toda América tienen algunas de estas fiestas en común. Por ejemplo, justo antes del Miércoles de Ceniza y la Cuaresma muchos países celebran los famosos carnavales siendo el más famoso el Carnaval de Río de Janeiro en Brasil. Muchas fiestas particulares giran alrededor de los santos de cada región. Las fiestas patronales de cada pueblo se realizan en nombre del santo patrón del pueblo o región en cuestión y por ende, aunque la celebración no tenga evidencia de ser una festividad religiosa no hay duda de que el origen es obviamente religioso.

Otro tipo de fiestas son las de la independencia de cada país. Aquí en los Estados Unidos, el 4 de julio es un día de fiesta que se celebra en grande cada año. Costa Rica y su 15 de septiembre, Ecuador y su 24 de mayo, El Salvador y su 15 de septiembre, México y su 15 de septiembre, Perú y su 28 de julio. Honduras y su 15 de septiembre. Estas fiestas de independencia tienen la particularidad de que proclaman el nacimiento de un nuevo estado soberano. Marcan un punto en la historia que ellos reclaman como único.

El pueblo de Israel también tenía, y aún hoy día tiene, sus fiestas que lo distinguen como pueblo judío. Israel tenía tres fiestas instituidas y ordenadas por Dios como fiestas solemnes para su pueblo.

La primera de estas fiestas lo era la de la Pascua, que marcaba la redención de Israel de su esclavitud en Egipto. La segunda fiesta que Dios instituyó para los judíos fue la Fiesta de la Cosecha o de las Semanas. En la que se le agradecía a Dios una cosecha de trigo fructífera. Se le conocía como la fiesta de las Semanas porque ocurría siete semanas exactas después de la Pascua. Se celebraba justo en el día cincuenta después de la Pascua. De ahí que también se conozca como Pentecostés, que significa quincuagésimo o cincuenta. La tercera fiesta era la de los Tabernáculos, que también celebraba la cosecha de los granos y las uvas por siete días consecutivos.

La lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles para hoy tiene lugar en la segunda fiesta solemne de Israel, la Fiesta de Pentecostés.

El pasaje nos dice que “cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar”. Esto responde a que Cristo les había ordenado a los discípulos que no se fueran de Jerusalén hasta que se cumpliera la promesa del Padre de enviarles el Espíritu Santo. No solamente se encontraban físicamente en el mismo lugar sino que también estaban en el mismo lugar espiritualmente. Todos los discípulos, unos ciento veinte, se hallaban orando en unanimidad, en un mismo sentir, en un mismo espíritu. Jesucristo se había ido al cielo como él les dijo que haría. Los discípulos no solamente reflejan una actitud de obediencia a Cristo al no irse de Jerusalén una vez ido el Maestro sino que también reflejan una actitud de fidelidad a y perseverancia en Cristo.

La Palabra dice que “De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos.” Estos hermanos estaban reunidos en oración y se llevan una gran sorpresa. Un fenómeno ocurre que ellos no estaban esperando. El viento es asociado en las Escrituras con la presencia del Espíritu Santo. Hace varios domingos atrás, el segundo domingo de Pascua para ser exactos, leíamos en el evangelio lo siguiente,

Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes. Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo.

Si nos vamos al principio de la Biblia, el relato de la creación de los cielos y la tierra en Génesis 1 nos narra lo siguiente,

“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas.”

Se nos da una imagen del Espíritu Santo como un viento que acariciaba las aguas. Al mismo comienzo de la creación la presencia del Espíritu Santo de Dios es patente, las Escrituras lo mencionan para que no nos quede lugar a dudas de la agencia creadora del Espíritu Santo cuando Dios comenzó a crear la tierra.

Pentecostés marca también el comienzo de la iglesia cristiana en Jerusalén. Podemos decir que Cristo comenzó la iglesia al escoger a los discípulos, pero no fue hasta que estos recibieron la promesa del Padre en Pentecostés que la iglesia encendió sus motores y se definió como una nueva institución sobre la faz de la tierra, una institución de carácter sobrenatural. Fíjense, hermanos, que la llegada del Espíritu Santo no ocurre sin los hermanos estar juntos, unánimes en la oración en un mismo lugar.

Si los hermanos en Jerusalén no hubiesen estado juntos y unánimes en la oración el comienzo de la iglesia habría sido quizás muy diferente. Si los hermanos hubiesen estado divididos entre sí la historia del comienzo de la iglesia sería otra. Pero hallamos que cuando el Espíritu Santo entró en el aposento alto donde todos los discípulos se encontraban reunidos los halló en unanimidad de corazón y espíritu.

Una de los obstáculos más grandes para que el Espíritu Santo obre en la iglesia que somos nosotros lo son las divisiones. Al poco tiempo de yo llegar aquí descubrí hermanos que querían causar divisiones en los ministerios hispanos aquí en Fairfax y en Falls Church. Con una campaña de chisme, murmuración y falso testimonio, estos hermanos en gran medida han logrado dividir a la iglesia. Hermanos que aparentaban tener como prioridad el interés de nuestra ministerio hispano en realidad tenían como interés su propia agenda y se han dedicado a buscar su propio bien en vez del bien de la iglesia de Cristo.

Una de las lecciones que nos enseñan los hermanos que recibieron el Espíritu Santo de Dios el Día de Pentecostés en el aposento alto es que para que el Espíritu Santo de Dios obre entre nosotros como un viento fuerte debe haber unidad entre nosotros. El chisme, la murmuración y el falso testimonio causan divisiones y las divisiones tienen la peculiar característica de crear más divisiones. Por eso Cristo en su oración por los discípulos oró al Padre,

"Padre celestial, dentro de poco ya no estaré en el mundo, pues voy a donde tú estás. Pero mis seguidores van a permanecer en este mundo. Por eso te pido que los cuides, y que uses el poder que me diste para que se mantengan unidos como tú y yo lo estamos.”

Esa oración se evidenció en el aposento alto justo antes de la llegada del Espíritu Santo.

Cuando llegó el Espíritu Santo a los creyentes en Jerusalén, la Palabra nos dice que,

“Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.”

La manera de obrar del Espíritu de Dios es completamente extraordinaria y sobrenatural. Los hermanos que oraban en arameo, su lengua nativa. Sin embargo, de repente se hayan hablando en lenguas completamente diferentes a la propia. El Espíritu Santo de Dios hace lo inesperado. La palabra espíritu en la Biblia también significa aliento o soplo. Cuando la Palabra nos dice que todos fueron llenos del Espíritu Santo quiere decir que ellos se llenaron del aliento de Dios, de la vida de Dios, del lenguaje de Dios. Cuando estamos llenos del Espíritu de Dios, hermanos, hablamos las cosas de Dios. Procuramos dar a conocer sus misterios para que otros también puedan ser llenos de su Espíritu y Vida.

Pentecostés era el tipo de celebración a la que todos los judíos dispersos por todo el mundo conocido venían. Aun aquéllos que no sabían arameo porque habían crecido o se habían criado en otras partes del mundo conocido en donde no se hablaba arameo. Era una fiesta que reunía a toda la dispersión judía. Hechos, capítulo dos dice

“Estaban de visita en Jerusalén judíos piadosos, procedentes de todas las naciones de la tierra. Al oír aquel bullicio, se agolparon y quedaron todos pasmados porque cada uno los escuchaba hablar en su propio idioma.”

Pentecostés es la prueba de que Dios habla innumerables idiomas, incluyendo el español que en aquel entonces no existía. Lo sabemos porque hoy estamos aquí adorando a Dios en nuestra hermosa lengua española y no solo nos entendemos los unos a los otros sino que Dios nos entiende porque de él proviene lo que proclamamos hoy.

Cuando Dios hace algo lo hace en grande. La Palabra continua diciendo,

“Desconcertados y maravillados, decían: «¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye hablar en su lengua materna? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cirene; visitantes llegados de Roma; judíos y *prosélitos; cretenses y árabes: ¡todos por igual los oímos proclamar en nuestra propia lengua las maravillas de Dios!» Desconcertados y perplejos, se preguntaban: «¿Qué quiere decir esto?» Otros se burlaban y decían: «Lo que pasa es que están borrachos.»

Para los visitantes de Jerusalén que se encontraban allí debido a la celebración de la Fiesta de Pentecostés, fue una gran sorpresa el escuchar el mensaje de Dios en su propio idioma más cuando era evidente que los que hablaban en lenguas según el Espíritu les daba a hablar no sabían esos idiomas. Sin embargo, siempre habrá personas que se dediquen a mofarse del Espíritu de Dios para su propio perjuicio.

Pentecostés marca el inicio de la iglesia cristiana. Es el evento que impulsa a los cristianos a lanzarse al mundo para esparcir lo que hemos recibido. Nosotros al tener un encuentro con el Espíritu de Dios nos convertimos en portavoces de las maravillas de Dios. El idioma de la fe cristiana se convirtió en un idioma internacional en Pentecostés. Aquí Dios esta deshaciendo lo que ocurrió en Babel cuando la tierra hablaba una misma lengua y las gentes comenzaron a construir una torre para llegar al cielo. Génesis capítulo once narra que Dios dividió a las gentes al confundir (la palabra Babel está relacionada con la palabra confundir en hebreo) sus idiomas entre sí para que desistieran de su idea de llegar al cielo por sus propias fuerzas. Es imposible llegar a Dios si Dios no llega a nosotros primero en un lenguaje que podemos entender. Por eso la importancia de lo que celebramos y observamos hoy en Pentecostés. Dios une otra vez a los pueblos bajo la lengua del mensaje del evangelio de Jesucristo en Pentecostés. Babel ya no existe más.

Por eso el apóstol Pedro tomo la palabra y dijo,

“«Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir. Éstos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de la mañana! En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel: »"Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano.
Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes
y sueños los ancianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán. Arriba en el cielo y abajo en la tierra mostraré prodigios: sangre, fuego y nubes de humo.
El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre antes que llegue el día del Señor, día grande y esplendoroso. Y todo el que invoque el nombre del Señor
será salvo.”

Es muy sencillo lo que ocurre aquí. Dios se ha manifestado rompiendo toda barrera lingüística para que los que están lejos de él ahora puedan estar cerca. Dios ha cumplido su promesa de hacer maravillas por su Espíritu a través de todos aquellos que lo invocan de corazón. Ya la revelación de Dios no se limita a los judíos solamente, es para todo el mundo. Por eso ustedes entienden lo que se ha hablado aquí. Por medio de Jesucristo Dios ha mostrado su favor para con toda la tierra, no solamente un pueblo de la misma. Eso es Pentecostés. Pentecostés es esa actividad del Espíritu, que rompe clases sociales, que sobrepasa las razas y colores, y también los idiomas para impulsar a la iglesia a proclamar su mensaje con valor a todos con quienes entremos en contacto aquí Fairfax, en Falls Church y dondequiera que el Espíritu Santo nos envíe. Amén.