2do domingo después de Pentecostés
Leia el periódico recientemente acerca del alza en los precios de la gasolina y los alimentos. Un articulo decía que “el alto costo de la gasolina esta teniendo un efecto de dominó a través de toda la economía americana. No sólo estamos pagando más en la pompa, sino que muchos negocios locales se ven afectados por el alza en los precios y nosotros terminamos pagando por eso también.” (abc13) Un ejemplo lo son los negocios que hacen entregas a domicilio.
En otra noticia relacionada con el alza en los precios de los alimentos leía que “entre los comerciantes detallistas, el alza en los precios de artículos esenciales – desde el maíz, que ahora está en mayor demanda debido al aumento en la producción de etanol, hasta el trigo que se ha triplicado en precio en los últimos 10 meses – tiene a algunos analistas de la industria sugiriendo que el alza en los precios no es una fluctuación temporera sino que puede que esté aquí para quedarse.” (msnbc)
Estas son noticias muy recientes acerca del estado de nuestra economía. La cosa se está poniendo más difícil cada día para los consumidores. Otra noticia muy similar me sorprendió mucho. Esta noticia del periódico The New York Times decía lo siguiente, “el costo de la vida está creciendo consistentemente. En los últimos 13 años ha habido un aumento en el precio de artículos esenciales de exactamente un 49.1 porciento. El vendedor al por mayor está pagando la mitad de un porciento más este mes [agosto] de lo que pagó en julio pasado, y casi el mismo aumento ha ocurrido mes tras mes desde el fin de la primavera. Mientras que los vendedores al por mayor han estado pagando más, el aumento al consumidor ha ido progresando aún más.
“Cuarenta y ocho artículos usados por los consumidores cuestan más este mes de lo que costaban un año atrás, y todos estos artículos son de los que el consumidor compra más, tales como la harina, los huevos, la carne de cerdo, de cordero, el queso, el café, el té, y la mantequilla.” (nytimes, August 14, 1909) Esa noticia fue publicada el 14 de agosto de 1909.
Al parecer, los problemas que la economía está enfrentando hoy no son nada nuevo. A principios del siglo veinte, los consumidores se encontraban en una situación muy similar a la nuestra hoy día. La vida, en vez de abaratarse, continúa poniéndose más y más cara. Muchos comerciantes y negocios sufren, pero nadie sufre como los que nos encontramos en el último peldaño de la escalera, nosotros los consumidores.
El que la economía se halle en el estado en que se encuentra hoy es motivo de preocupación para muchos. La mayoría de las familias en nuestra comunidad ganan justamente lo necesario para poder subsistir. Vivimos de cheque a cheque sin que nos sobre el dinero. La cosa es más difícil aún cuando la economía sigue empeorando y nuestros sueldos no siguen aumentando de acuerdo encarecimiento de la vida.
Para muchos padres y madres familia esto se convierte en una situación agobiante. ¿Nos dará el dinero para cubrir nuestros gastos este mes? A veces es muy difícil mantener la calma ante las presiones económicas.
Cristo parece tener algo que decirnos al respecto cuando nos enseña en el evangelio para hoy precisamente acerca del dinero. Cristo no fue un economista ni analista político. Nuestro Señor siempre procuró darnos una justa perspectiva del significado de la vida. Las presiones de nuestro diario vivir sean de índole económica o familiar pueden desenfocarnos de tal manera que se nos vaya la vida en aquello que nuestro Señor no deseó para nosotros en primer lugar.
El evangelio para hoy comienza poniendo las cosas en su justa perspectiva para nosotros, “Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. Cristo nos esta hablando acerca de la naturaleza del corazón humano. Fuimos creados para demostrar lealtad, para demostrar fidelidad primeramente a Dios y en segundo lugar a nuestro prójimo. Dios no nos creó para que fuésemos ambivalentes entre una cosa y otra. La naturaleza del corazón humano es tal que se entregará a una causa por entero y no otra. El corazón del hombre fue creado para amar a Dios incondicionalmente, pero nuestra elección por el pecado hace de nuestro corazón un corazón dividido a diferencia del corazón íntegro que Dios nos había dado en la creación. Antes de su caída, Adán amaba a Dios sobre todas las cosas y a Eva como a sí mismo. No había confusión de lealtades en Adán pues toda su lealtad a Eva se derivaba de su lealtad hacia Dios. Después de su caída, Adán no sabía como amar. Su norte que era Dios mismo ya no era su norte a causa del pecado.
De ahí que Cristo diga muy claramente, “Nadie puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y a las riquezas.” Un corazón divido por muy dividido que esté siempre tendrá un señor. Cristo nos alerta claramente que amaremos a Dios con todo nuestro corazón, fuerzas, mente y espíritu o amaremos a otro de la misma manera. Aquí cabe la pregunta para nosotros, ¿Quién es nuestro señor?
Esta ambivalencia del corazón humano de querer amar y obedecer a dos señores a la vez es lo que Cristo se dispone a corregir en su enseñanza en el Sermón del Monte que tenemos en el evangelio para hoy. Cristo no tiene una receta médica para curar nuestra condición ya que nuestra condición no se puede curar con una receta médica. Sin embargo, Cristo nos ofrece un remedio muy sencillo. De hecho, lo que Cristo nos propone es tan sencillo que nos parece increíble y más aún cuando nos encontramos en las presentes circunstancias económicas por las que atraviesa el país y el resto del mundo.
Cristo nos dice, “No se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene más valor la vida que la comida, y el cuerpo más que la ropa?...
EN otras palabras, Cristo nos dice, ¿qué vale más? ¿Qué es lo más importante? ¿Qué es lo mejor? Recordemos que esto fue precisamente la situación que enfrentaron Marta y María cuando Jesús fue a visitarlas a su casa. Cristo dijo que María había escogido la mejor parte ya que ella se había sentado a sus pies a escucharlo. Cristo no le dijo a Marta que lo que ella estaba haciendo no era de importancia sino que había algo mejor, mas importante. Ahí radica nuestra dificultad—en identificar la sencillez del llamado de Cristo a escoger la más importante y mejor parte que como a María no nos será quitada.
Nuestro corazón tiene una habilidad grandísima para escoger lo menos importante. Y es también ahí donde radica el reto de Cristo para nosotros, escojamos la mejor parte. Vayamos en contra de lo que nuestro corazón nos está diciendo que es importante cuando en realidad no lo es. La vida vale más que la comida y el cuerpo más que la ropa. Escojamos lo mas importante que es Cristo y su reino y de todo lo demás Cristo ya ha tenido cuidado en favor nuestro.
Termino con una historia que ilustra lo que les he estado compartiendo, hermanos. Se llama Buscando Centavos.
Un día un muchachito estaba caminando cuando descubrió un centavo de cobre brillando en el polvo. Lo recogió y lo sostuvo con entusiasmo. ¡El centavo era suyo y no le había costado nada!
Desde ese día, dondequiera que caminaba, mantenía gacha la cabeza, sus ojos inspeccionando atentamente el suelo en busca de más centavos, y quizá otros tesoros aun mayores. Durante su vida, por supuesto, encontró más dinero.
En realidad, recogió 302 centavos, 24 monedas de cinco centavos, 41 de diez centavos, 8 de veinticinco centavos, 3 monedas de medio dólar y un gastado dólar de papel… un total de $12.82. Mantuvo en lugar seguro su tesoro, protegiéndolo como una “herencia gratis” de riqueza. Se gozaba con el hecho de que ese dinero no le había costado nada.
¿O sí le había costado? Durante la búsqueda de su tesoro perdió de ver la plena belleza de 35 127 puestas de sol, el esplendor de 327 arco iris, la hermosura de blancas nubes flotando por encima de su cabeza en un cielo de cristal azul, pájaros volando a gran altura, ardillas saltando en los árboles de rama en rama por encima de los senderos que transitaba y el brillo de las hojas de otoño danzando contra un fondo de sol otoñal.
Lo que obtuvo, $12.82, no fue con seguridad igual a lo que perdió.
La moraleja de esta historia es que los hombres, mientras buscan su sustento, se olvidan de vivir.
En otras palabras, esto es lo que Cristo nos dijo,
Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. (Mateo 6:33,34)
Oremos,
Concede, oh Señor, que el curso de este mundo sea gobernado pacíficamente por tu providencia, y que tu Colectas Iglesia pueda servirte con gozo, confianza y serenidad;
por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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