10.8.08

¿A dónde huiré de tu presencia?

CSPellot
domingo, 20 de julio de 2008


Una gran parte de nuestra infancia se nos va en jugar. Cuando éramos niños cualquier cosa era un juego. Y hay una infinidad de juegos de nuestra niñez que podemos mencionar. A ver, ¿qué juegos recuerdan Uds.? Papa caliente, Chico paralizado, Tira y tápate, Toco palo, La peregrina, El trompo, Las canicas, Las escondidas, etc.

Cuando niño, uno de mis juegos favoritos era jugar al esconder (escondite, las escondidas). ¿Cuántos recuerdan ese juego? Yo diría que es un juego universal. No me extrañaría que los niños en todas las culturas jueguen este juego. Es un juego simple, pero sumamente divertido en el que un grupo de niños se esconde mientras que otro trata de encontrar a la mayor cantidad posible de los que se han escondido. Es una tarea casi imposible para el que está buscando a los escondidos.

A fin de cuentas es un juego de uno contra muchos y casi siempre muchos llegan a salvo al lugar de origen, donde el buscador contó del 1-40 ó 50 ó 100 antes de salir a buscar a los demás. Además, recuerdo que si yo encontraba a alguno de mis amigos tenía que salir corriendo al lugar desde el cual yo contaba los números para que fuese valido haberlo encontrado. Si mi amigo llegaba primero a ese lugar, yo no podía decir que lo había encontrado.

Jugar al esconder es un juego de voluntades donde se enfrenta la voluntad del que se esconde contra la voluntad del que busca. La creatividad de los niños cuando juegan al esconder no tiene límites. Todo puede ser un escondite (y no voy a dar ideas ya que hay niños presentes). El que busca esta en una misión—encontrar a la mayor cantidad posible de los escondidos. El que se esconde también esta en una misión—no ser encontrado y si lo es tratar de salvar la meta para que no digan que lo encontraron.

Jugar al esconder de día es muy divertido, pero nada como jugar al esconder de noche. ¡La oscuridad y el esconderse van tomados de la mano!

El salmista David nos ha regalado un salmo que podemos denominar como el salmo de jugar al esconder, pero en este caso ¡se trata de jugar al esconder con Dios! Pero antes de ver qué nos enseña David en este salmo me gustaría que pensáramos en cómo nosotros jugamos al esconder con Dios. ¿Qué cosas hacemos para escondernos de Dios? ¿Cómo se ve para cada uno de nosotros eso que llamamos jugar al esconder con Dios?

Debo romper con cualquier ilusión que cada uno de nosotros tenga acerca de nunca haber tratado de jugar a las escondidas con Dios. Cada uno de nosotros ha tratado de esconderse de Dios tarde o temprano. ¿Cuáles son nuestros escondites? ¿Cómo usamos nuestra voluntad para escondernos contra voluntad de Dios para encontrarnos? ¿Será nuestro trabajo nuestro escondite? ¿será nuestra familia nuestro escondite? Todos buscamos un escondite en algún momento dado porque hay momentos en nuestra vida en los que simplemente, hermanos, no queremos ser hallados. Queremos estar lejos de Dios. Queremos no saber de Dios. Y cuando no encontramos un escondite que nos sirva de excusa hacemos todo lo posible por crear uno.

Pero la pregunta es, ¿por qué nos escondemos de Dios? ¿Por qué tratamos alejarnos de su presencia? ¿Qué ocurre en lo profundo de nuestro espíritu que nos lleva a huir de la presencia de Dios? Y más importante aun, ¿podemos en realidad escondernos de Dios?

Es aquí donde el salmista David y su salmo 139, parte del cual hemos leído hoy, nos ilustran esto que hemos venido hablando de esconderse de Dios. David comienza su salmo diciéndonos,

Señor, tú me has examinado y me conoces; tú conoces todas mis acciones;
aun de lejos te das cuenta de lo que pienso. Sabes todas mis andanzas, ¡sabes todo lo que hago! Aún no tengo la palabra en la lengua, y tú, Señor, ya la conoces. Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí.

vs. 1-5

Aquí podemos mencionar varios atributos de Dios. ¿Qué dirían Uds.? ¿Qué cosas describen a Dios? (Omnipotente, omnisciente, misericordioso, justo, perdonador, restaurador, etc.) Uno de los atributos más evidentes de Dios para David es su omnisciencia. Hay una frase famosa que dice que cada cabeza es un mundo. Y ese mundo interior que le es conocido sólo a David y a nadie más—así como nuestro mundo interior nos es conocido sólo a nosotros y a nadie más—no escapa del conocimiento absoluto de Dios. Dios sabe qué estamos pensando ahora mismo. Dios sabe si nuestro pensamiento está aquí o si está en aquello que tenemos pendiente por hacer después de nuestro servicio. Dios sabe si nuestro corazón está buscando más de Él o si se está escondiendo más de él.

El hecho de que Dios, a diferencia de nosotros, no tiene un conocimiento limitado de las cosas sino que nada pasa desapercibido delante de Él es una de las verdades más impactantes para David. Ni siquiera su interior esta oculto de Dios. Es como si el estuviera hecho de cristal, completamente transparente ante Dios. De igual manera, aunque no lo veamos como David lo veía, somos como un cristal delante de Dios. No hay pensamiento en nuestras mentes que Dios no conozca.

Otro atributo que David describe en su salmo es la omnipresencia de Dios. Omnipresencia significa que Dios no esta limitado, como nosotros, por el espacio. Nuestra realidad se circunscribe a nuestro entorno inmediato. Fuera de hay no tenemos influencia en nada más. Dios, sin embargo, influye aquí en Falls Church, VA y Shangai, China con igual poder y eficacia porque no tiene limites de espacio. Dios está presente en todo lugar y por eso nos salva a los que estamos aquí hoy y también a los que están en África, a los que están en Arabia y los que están en Latinoamérica. Dios es omnipresente o sea, todo-presente, en todo momento y en todo lugar. Dios estará con nosotros sea que estemos aquí o allá afuera. No hay escondites suficientemente recónditos como para mantenernos fuera de contacto con Dios. Escuchen estas palabras de David en los versos 7-12,

7 ¿A dónde podría ir, lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiría, lejos de tu presencia? 8 Si yo subiera a las alturas de los cielos, allí estás tú; y si bajara a las profundidades de la tierra, también estás allí; 9 si levantara el vuelo hacia el oriente, o habitara en los límites del mar occidental, 10 aun allí me alcanzaría tu mano; ¡tu mano derecha no me soltaría! 11 Si pensara esconderme en la oscuridad, o que se convirtiera en noche la luz que me rodea, 12 la oscuridad no me ocultaría de ti, y la noche sería tan brillante como el día. ¡La oscuridad y la luz son lo mismo para ti!

Desde la caída de Adán y Eva, el hombre ha estado huyendo de Dios, tratando de esconderse de su Creador, pero nuestro Creador ha estado en todo momento diciéndonos que no es posible huir de su presencia. No podemos por muy creativos que seamos desarrollar un plan que nos aleje de la presencia de Dios. Dios está cerca de nosotros, hermanos, porque él quiere y no hay nada que podamos hacer para evitarlo.

El llegar a entender estas verdades acerca de Dios es sorprendente para David y debiera ser sorprendente para nosotros también porque Dios siendo tan grande, tan soberano y tan fuera de nuestro alcance intelectual y espiritual se nos ha revelado, se nos ha hecho sencillo, queriendo establecer una relación con nosotros y expresar esa relación espiritual en nuestro lenguaje humano y concreto. Esto hace a David decir lo siguiente,

Sabiduría tan admirable está fuera de mi alcance; ¡es tan alta que no alcanzo a comprenderla!

v. 6

Dios, quien en realidad debido a sus atributos, esta fuera de nuestro alcance, está cerca de nosotros. Dios no nos abandona, hermanos, ni nos abandonará. Ya que el Señor insiste en estar cerca de nosotros, en amarnos y dejarnos saber que no tiene sentido que huyamos de su presencia cuando el quiere que disfrutemos de la misma, ¿qué podemos o qué debemos hacer para disfrutar de esa misma presencia?

David termina dándonos el mejor ejemplo a seguir. Aquellos que hemos llegado a reconocer estas verdades acerca de Dios, que Él es omnipresente, omnipotente y omnisciente entre otros atributos que Uds. han mencionado, hacemos bien en seguir los pasos de David cuando oro de la siguiente manera,


Oh Dios, examíname, reconoce mi corazón; ponme a prueba, reconoce mis pensamientos; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno. Vs. 23-24

Amén.

Dios omnipotente, fuente de toda sabiduría, tú conoces nuestras necesidades antes de que te pidamos, y nuestra ignorancia en pedir: Ten compasión de nuestras flaquezas, y danos, por tu misericordia, aquellas cosas que por nuestra indignidad y ceguedad no sabemos ni nos atrevemos a pedirte; por los méritos de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.