26.10.05

Alondra del Mar

Cuento escrito en la ocasión del nacimiento de Alondra del Mar en el año 2001.

En el atardecer de ayer el mar mecía al sol entre sus olas. Quería dormirlo cantándole al oído. El mar, que sabe cantar muy bien, pensó que el sol cerraría sus ojos tan rápido como siempre, pero ayer el sol estaba tan despierto que el mar comenzó a pensar que un más suave cantar de sus arrullos cerrarían por completo los ojos de su dorado niño. Así que cantó más suave, tanto así que apenas podía oírselo. Con ese cantar, las aves se durmieron, los peces se durmieron y las nubes fueron arropando poco a poco la claridad.

Y sí, el mar, que sabe cantar muy bien, logró que el sol comenzara a parpadear muy lentamente.
Así estuvieron ambos, el mar y el sol, por largo rato, el mar cantándole al oído, el sol parpadeando lentamente.
El mar, que siempre ha sido muy paciente, decidió entonces cambiarle el rumbo a sus arrullos y no le estuvo mal consultar con su amigo el viento.
Se unieron así mar y viento en tan hermosa armonía que lograron que la tenue luz del sol brillara más en la luna que en el cielo. En ese momento, el mar supo que dentro de muy poco entregaría su canto a las estrellas, pero el viento, que nunca ha sido tan paciente como el mar, pensó en cómo acelerar las cosas, pues él también comenzaba a sentirse soñoliento. Le dijo al mar: “Llamaré a alguien que enaltezca nuestra armonía con su canto y de una vez haga al sol descansar”.

Fue así como el viento despertó de entre las aves a una de melodioso cantar y le dijo: “Vuela alto, muy alto y el sol mejor te escuchará”. El viento, el mar y la alondra juntos cantaron para el sol. Así ayer, en poco tiempo se durmió el sol, se durmió el mar y también se durmió el viento gracias a la melodía de la Alondra del Mar.
cspellot

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