22.2.08

La Transfiguración

Ultimo domingo después de Epifanía 2008

Hoy es el último domingo después de la Epifanía. Justo en la antesala de la Cuaresma, la palabra de Dios nos narra un evento que tendríamos que describir como más que milagroso. En el evangelio de hoy se nos narra la transfiguración de Jesús. Deseo simplemente comenzar por definir la palabra transfiguración. Una transfiguración es la acción y efecto de cambiar de figura o aspecto a una persona o cosa. La palabra se compone del prefijo trans- y la raíz latina figuratio. Trans- significa al otro lado, o a través de. En nuestra lengua hay un sin fin de palabras que usan el prefijo trans-. Transportación, transcripción, transbordador, transcontinental, transcendencia, transferir, transcripción, transpirar, transitorio, transparencia, transición, transfusión y transmutación. Hay también una palabra sinónima con transfiguración y esa palabra es transformación.

Claro todas estas palabras vienen del latín, pero la palabra transfiguración nos llega de una palabra griega que conocemos como metamorfosis.

Todas estas palabras llevan a su objeto de un estado o lugar a otro. Hay un cambio en el tiempo o en el espacio. Cuando se transpira, el cuerpo ha pasado de un estado de pasividad a un estado de actividad. Cuando algo se transporta se mueve de un lugar a otro. Cuando se transforma se deja de ser de una forma y se convierte en otra. Hoy, en el pasaje de la transfiguración, Cristo cambia su apariencia humana común y corriente de carpintero judío a su estado de gloria resplandeciente.

Cabe preguntarnos cuál es el propósito de dicho cambio en forma. ¿Cuál es la importancia de dicha metamorfosis? Para empezar, la transfiguración no es un evento que ocurrió a la vista de todo el mundo. Las multitudes presenciaron los milagros y de hecho, las multitudes buscaban los milagros hechos por Jesús. Las multitudes escucharon las enseñanzas de Cristo, pero en el monte de la Transfiguración no hay multitudes. Cristo sube a la montaña con sólo tres de sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan. Ni siquiera los doce suben con Cristo al monte. Sólo una cuarta parte de los discípulos de Jesús tuvieron acceso al misterioso evento de su transfiguración.

No hay duda de que Cristo tenía una relación más estrecha con los tres discípulos que subieron al monte con él. Pero eso no significa que estos tres discípulos estaban mejor preparados que el resto para presenciar lo que sucedería en el Monte de la Transfiguración. Ningún humano es capaz de presenciar la gloria de Dios sin quedar afectado tan siquiera momentáneamente. Los discípulos de Cristo al presenciar su gloria en el Monte de la Transfiguración, fueron impactados para siempre. En ese breve momento, Pedro, Santiago y Juan fueron introducidos a la manera en que verían a su Señor por una eternidad. El Cristo terrenal no hubiese podido andar por las calles de Galilea, de Samaria o Judá con un aura resplandeciente todo el tiempo. Hubiese sucedido lo que ocurrió con Moisés cuando bajo del Monte Sinaí luego de recibir las tablas de la ley. La gente no resistía verlo porque su rostro resplandecía todo el tiempo. La diferencia entre moisés y Cristo es que el resplandor de Moisés no era su propio resplandor por lo que fue un resplandor temporero. A medida que pasaba el tiempo el brillo en la cara de Moisés fue desapareciendo. En cambio, Cristo en le monte de la Transfiguración brillaba con luz y gloria propia, una luz y gloria que siempre fueron eternas, pero que durante su ministerio terrenal tuvieron que pasar a un segundo relieve por amor a nosotros.

El apóstol Pablo dice a los filipenses que Cristo, “aunque era de naturaleza divina, no insistió en ser igual a Dios, sin que hizo a un lado lo que le era propio, y tomando naturaleza de siervo nació como hombre”, aparentemente un hombre común y corriente, de carne y hueso como nosotros. Sin embargo, la Transfiguración refleja claramente también que Cristo era mucho más que un hombre común y corriente como nosotros.

El hecho de que la Transfiguración ocurriera arriba en una montaña alta, apartada de las multitudes y con sólo tres discípulos ha hecho que muchos den por sentado que lo ocurrido allí fue pura invención de Pedro, Santiago y Juan. ¿Por qué tres simples pescadores iban a inventarse un evento tan impactante en sus vidas? ¿Para impresionar a las masas? ¿Para ganar estatus entre los creyentes de la iglesia primitiva? Nuestras conjeturas acerca del evento reflejan más nuestra debilidad humana y capacidad para la mentira que para recibir la revelación de Dios en todo su esplendor. Cuando el profeta Isaías tuvo la visión del trono de Dios y su gloria pensó que iba a morir. Ninguno de nosotros puede ver a Dios humanamente y quedar inmutable.

En la montaña donde Cristo se transfiguró ante sus discípulos, aparecieron también con él dos figuras prominentes del Antiguo Testamento, Moisés y Elías. No sólo Cristo se transforma y deja que sus discípulos vean su gloria sino que también deja que vean a Moisés y a Elías.

El Antiguo Testamento esta lleno de figuras importantes. Comenzando con Adán y Eva, y pasando por Noé, llegamos a los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob encontramos a Noé. Encontramos a José vendido como esclavo en Egipto y entonces es que nos topamos con Moisés. Antes de llegar a Elías pasamos por Josué y Samuel. Luego llegamos a los reyes Saúl, David y Salomón. Y mucho tiempo después llega Elías en la historia del pueblo de Dios.

La presencia de Moisés y Elías junto a Jesús implica en pocas palabras lo siguiente: Entre los personajes bíblicos de todo el Antiguo Testamento no hay figuras tan claves y prominentes como lo fueron Moisés y Elías. Todos los personajes llamados por Dios en la historia bíblica juegan un papel importante sin lugar a dudas, pero como Moisés y Elías no hay otros dos comparables.

De Moisés podemos decir con toda seguridad que fue el líder más grande de Israel aunque lo hizo a regaña dientes y estuvo consciente de sus limitaciones. A Moisés se le recuerda más como el dador de la ley, los Diez Mandamientos. Moisés no sólo fue profeta sino que se convirtió en el estándar por el cual los profetas subsiguientes serían medidos. Moisés es el autor del Pentateuco, los primeros cinco libros de la ley. También se le recuerda como el obrador de milagros que libertó a Israel de su esclavitud en Egipto.

A través de los evangelios, la ley de moisés es vista como el estándar absoluto para la fe y conducta entre los judíos. No hay duda en el Nuevo Testamento de que el Pentateuco vino de la mano de Moisés. De hecho, “Moisés” es usado como sinónimo de “la ley”.

Ya que la iglesia primitiva era predominantemente judía, Moisés y la ley continuaron teniendo un lugar de importancia en su vida y enseñanza. A Moisés se le reconoce en Hebreos 11:23-29 como un ejemplo de un hombre que vivió por fe. Finalmente en el cielo los santos cantarán “la canción de Moisés” según Apocalipsis 15:3, que es una referencia a Éxodo 15. Así Moisés esta conectado con la Biblia de Génesis al Apocalipsis.

En cuanto a Elías, no es mucho lo que se sabe, pero sabemos lo suficiente como para asegurarle un lugar de prominencia en el reino de los cielos ya que es Elías la otra figura que aparece junto a Cristo en el Monte de la Transfiguración. Los eventos en la vida de Elías no tienen paralelo en la narrativa bíblica. Escuchen un resumen de los sucesos que protagonizó Elías,

1. pronunció que no llovería durante 3 años

2. fue alimentado por cuervos en el desierto

3. hizo que el sustento de la viuda de Sarepta no faltara mientras hubo sequía

4. resucitó al hijo de la viuda de Sarepta, y en el evento más significativo de su ministerio como profeta,

5. retó a los profetas de Baal y Asera de una manera espectacular

Cuando Jezabel, la malvada esposa de Acab, quiere matarlo, Elías se esconde y desea morir, pero es confortado y alimentado por Dios de tal modo que él corre por cuarenta días y cuarenta noches hacia el Monte Sinaí, en donde Moisés recibió las tablas de la ley también durante una estadía de cuarenta días y noches.

La partida de Elías, como mucho de su ministerio, está cargada de significado. Viene a la memoria la muerte de Moisés y su entierro: a ambos hombres se los lleva Jehová—fuera de la tierra prometida como testimonio contra un Israel rebelde. Ninguno de los dos tiene una tumba. La partida de Elías en el carruaje de fuego da a demostrar que Dios lo acompañó durante su ministerio y es una vindicación de que él fue un verdadero hombre de Dios. Así como Moisés fue sucedido por Josué, Elías fue sucedido por Eliseo. Para los padres de la iglesia Elías fue el más grande de los profetas, un modelo de piedad y celo santo por Dios.

Para la mente judía no había figura más grande que Moisés y Elías como representantes de Dios ante el pueblo de Israel. Cuando Jesucristo se transfigura en el monte aparecen junto a el las dos figuras más prominentes en la historia de Israel. Las vidas de estos dos líderes están marcadas por el fuego de Dios. Durante el éxodo de Egipto, una columna de fuego dirigía al pueblo de Israel de noche. Durante la estadía de Moisés en el Monte Sinaí, el fuego de Dios descendió a la montaña con relámpagos y truenos. Elías invocó el fuego de Dios para consumir el sacrificio y fue levantado al cielo en carruajes de fuego. Tanto la vida de Moisés como la de Elías tienen en común su estancia en el Monte Sinaí.

En la Transfiguración de Jesucristo, Moisés y Elías coinciden nuevamente en otro monte pero no para resaltar lo grande de su ministerio individual sino para dar testimonio de la gloria del Hijo de Dios. Aquellos cuyos ministerios estuvieron marcados por el poder y el fuego de Dios coinciden en la parte que ellos jugaron el la historia de la salvación fue minúscula comparada con la obra de Jesucristo. La presencia de Moisés y Elías en el Monte de la Transfiguración indican que la figura central en la redención del pueblo de Dios y del mundo le pertenece a Cristo. Tanto Moisés como Elías prefiguraron a Cristo poderosamente en sus ministerios. Y Cristo, al estar Moisés y Elías presentes con él en la Transfiguración, da testimonio de ellos como siervos con un lugar prominente para Dios.

De los tres discípulos que estuvieron presentes en la Transfiguración, Pedro abre la boca para reconocer que esa es una ocasión especial que amerita que se le haga un lugar para descansar a cada una de las personas reveladas. Justo en ese momento cuando todavía él está hablando, la nube brillante de Dios desciende y los cubre a todos. La luz de Dios que una vez descendió en fuego sobre el Monte Sinaí y sobre el sacrificio de Elías ahora desciende sobre Cristo, Moisés, Elías y los discípulos.

En medio de esta luz inaccesible es que Dios el Padre deja en claro que Moisés y Elías cumplieron su propósito y que en ese preciso momento es su Hijo Jesucristo quien llevará a cabo lo que ningún otro hombre, ni siquiera hombres de la estatura de Moisés y Elías, podría lograr.

Las palabras de Dios, “Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!” declaran en el Monte de la Transfiguración que es a Dios a quien le pertenece la salvación de los hombres porque no hay hombre alguno que pueda lograr la redención humana. Tanto así que cuando la nube de Dios desaparece ya no queda nadie sino Jesús solo junto a sus discípulos. Cristo es el centro de la redención de Dios para los hombres y es también el principio y fin de la misma. La Transfiguración de Cristo enseña que su luz es la luz de los hombres y las tinieblas no pueden apagarla. Fuera de Cristo sólo quedan hombres débiles en quienes no hay poder para salvar.

Sus palabras, “Levántense; no tengan miedo,” nos dan la confianza de que es en sus manos donde nuestra redención es definitiva. A pesar de eso, Cristo instruye a sus discípulos que no cuenten lo acaban de ver. Esto sólo añade al misterio de la Transfiguración, pero los discípulos recordarían con gran alegría este suceso luego de la resurrección cuando el sepulcro donde Cristo yacería por tres días se encontrara vacío. Las tinieblas no pueden apagar la luz de Cristo.

A medida que nos acercamos al tiempo de Cuaresma, la Transfiguración nos prepara para días que en cierto grado serán sombríos ya que nos embarcamos para encontrarnos con la oscuridad de la pasión y muerte de Cristo. Estos son eventos a los que debemos acercarnos con devoción teniendo en mente que Cristo dejó su gloria para acercarse a nuestra oscuridad humana, oscuridad que él venció con su muerte en la cruz.

La Transfiguración es el anuncio de la victoria de Cristo antes de su pasión y muerte. La resurrección es la victoria de la luz anunciada en la Transfiguración sobre la muerte. Acerquémonos a la Cuaresma confiados de que luego de nuestro túnel de cuarenta días volveremos a ver la luz resucitada de Cristo.

Amén.

21.2.08

Ever never-ending

The day I die I will do so with my head up high.

I will welcome the breeze of your hand coming

down to lift me up into your presence.

I knew myself a sinner and a wretch,

but those days are over now, behind me.

My thoughts will have no second thoughts

about forgiveness or mercy.

I won’t be asking anymore for them

and I doubt you’ll grant them to those before your presence.

For when they needed them you always gave more

than what they asked.

All that’s left now is assurance beyond assurance,

Bliss beyond bliss ever never-ending.

Cre(d)o

Mis lágrimas bajan furiosas gritando;

son el último residuo de mi pozo vacío.

Se escucha fuertemente el eco del silencio

en la lentitud de mis pasos.

Sé que estás aquí conmigo

dejándome andar solo en el quebranto.

¿Volveré a ti ahora cuando más cerca me has tenido?

Sí, sé que estás cerca, muy cerca en medio

de esta harta turbulencia.

Y entre el eco y el silencio y el quebranto de mi aliento

intento dirigir a ti mi pensamiento atribulado.

Creo como creen las alas en el viento

a pesar de mis entrañas bautizadas en el polvo.

19.2.08

Kids these days...

Este cortometraje tiene suficiente material como para escribir varios libros acerca de lo que conlleva ser padres hoy día.