16.10.10

¿Quién puede salvar como el Señor?













Ayer fue el último día del Mes Nacional de la Herencia Hispana. Tres cuartas partes del año han transcurrido y con ellas hemos presenciado un sin número de noticias lamentables. Terremotos en Haití, Chile, Turquía en los primeros tres meses del año y muchos otros más después de esos en todo el mundo.

Inundaciones devastadoras en China, Pakistán, India y Estados Unidos por mencionar sólo unas pocas. Sequías y fuegos en Rusia. Crisis económicas en gran parte del mundo. Desastres naturales como los huracanes que aún están llegando a este hemisferio. Incidentes fatales que han costado vidas y han sido provocados por el hombre como los derrames de petróleo en el Golfo de México y la explosión en la mina de carbón natural en West Virginia, EUA. 

Sin embargo, no todo ha sido lamentable, en particular, durante las últimas dos semanas. La comunidad mundial ha podido disfrutar de dos noticias singularmente alentadoras en medio tanto dolor y pesimismo global. En estas últimas dos semanas nos enteramos de la premiación con el Nóbel de Literatura a Mario Vargas Llosa de Perú. Sin lugar a dudas, una noticia que nos llega de orgullo a todos los hispanos y amantes de la literatura latinoamericana en general. La segunda noticia tiene un alcance de proporciones mucho mayores que el galardón a don Mario. Esa noticia fue el rescate de los mineros en Copiapó, Chile. 

Me he preguntado qué poema hubiese escrito Neruda en esta ocasión. ¿Qué canción esperanzada? (20 poemas de amor y una canción desesperada es una de las obras más conocidas de Pablo Neruda.) ¿Qué canto a los mineros? ¿Qué oda a su tierra chilena? Sin duda, sería un poema, u obra completa, para recordar. El mundo entero se quedó absorto esta semana en un pequeño grupo de personas en un lugar lejano de la tierra. El mundo entero entregó sus oraciones al Padre por esos mineros. El mundo entero lloró con ganas. El mundo entero gritó de regocijo. ¡Qué triunfo del espíritu chileno! ¡Qué triunfo de todos aquellos en la comunidad mundial que se unieron a Chile en los esfuerzos de rescate! ¡Qué triunfo del espíritu humano que Dios ha puesto en nosotros! Pero sobre todo fue Dios quien estuvo mirando sobre esos mineros. ¿Acaso no es un milagro que todos ellos hayan sobrevivido por más de dos meses en las entrañas de la tierra? Aún allí en la oscuridad, como en una tumba, Dios estaba presente con ellos. Y como dijo uno de los mineros, "Dios ganó". Dios ganó en esta odisea de vida y muerte en una remota mina de Copiapó, Chile. A los que se les creía muertos por los primeros 17 días, Dios los resucitó. Dios ganó en Copiapó, Chile, diciéndole a la humanidad al son de campanas lo que San Pablo nos dijo en su 1ra Carta a los Corintios, capítulo 15, versículo 55,

    ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde, sepulcro, tu victoria?

En el año 33 de su vida, nuestro Señor Jesucristo, obtuvo esa victoria sobre la muerte. El rescate de esos 33 mineros nos recuerda lo que Cristo hizo en la cruz por nosotros. Cristo venció a la muerte con su muerte para que nosotros no muramos espiritualmente más. Dios ganó. Creo que esos mineros lo sabían. Creo que esos mineros oraron como el salmista David cuando se sintió también en un pozo profundo, como en una tumba. Esa oración también fue un poema que lee así,

Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor,
y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. 


Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová. Salmo 40:1-3

Este rescate de los mineros en Copiapó, Chile, es una invitación a voces a confiar en el Señor. Es una invitación a reconocer que nadie - y de esto atestiguó el mismo presidente chileno, Sebastián Piñera Echenique - salva como el Señor. Ojalá tú que lees esto puedas llegar a confiar en el Señor como confiaron los mineros durante su "sepultura" y como confiamos en el Señor todos aquellos que le hemos entregado nuestra vida. 

Cuando se haga un recuento de la primera década del siglo 21, el año 2010 saldrá a relucir, más que por sus muchos desastres y crisis, por lo que Dios hizo en la mina San José de Copiapó, Chile durante los meses de agosto a octubre. ¿Quién puede librar como el Señor? ¡Nadie!

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