3.2.12

Cristo Pan y Vino


"Durante 40 años el Señor los condujo a través del desierto, y sus vestiduras no se envejecieron, ni se les gastó el calzado. El no les ha permitido establecerse en ningún lugar ni cultivar la tierra para que les produzca trigo para el pan y uva para el vino, porque desea que comprendan que él es el Señor el Dios de ustedes, y que los ha estado cuidando y alimentando."
Deuteronomio 29:5,6 NBD

Estos versículos me hicieron pensar en que el verso 6 de Deuteronomio 28 es una de las expresiones precursoras de la Eucaristía más tempranas e importantes de la Biblia. La Santa Eucaristía no habría sido instituida por Jesucristo sino hasta más de mil trescientos años después de este momento. Sin embargo, desde el comienzo en la narrativa bíblica Dios da muestras concretas de que desea dos cosas en particular: 1. proveerle a su pueblo lo necesario, y 2. tener comunión con él. Una de las maneras en que Dios hace esto es a través del uso de elementos familiares y simples como el pan y el vino. Tan temprano como Génesis 14:18-19 vemos el encuentro entre Abram y Melquisedec, “rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo”. ¿Qué comparten? O más bien, ¿qué le sirve el sacerdote Melquisedec a Abram? Pan, vino y una bendicion. Estos dos elementos palpables, pan y vino, encierran toda la provisión física y a la vez son el vehículo de bendición espiritual de Dios para su pueblo, la Santa Cena. Que el Señor le diga a Israel en Deuteronomio 28 que no le “ha permitido establecerse en ningún lugar ni cultivar la tierra para que les produzca  trigo para el pan y uva para el vino...” significa que su verdadera provisión no es terrenal. No hay poder ni recurso humano que cubra todas y cada una de las necesidades del hombre. Por eso Deut. 28:6 enfatiza la negativa de Dios a que su pueblo se estableciera permanentemente durante su peregrinaje en el desierto “porque desea que comprendan que él es el Señor el Dios de ustedes, y que los ha estado cuidando y alimentando.” Estas palabras de Deut. 28:6 son un claro eco de las mismas palabras de Jesús cuando habló de ser el Pan de Vida en el Evangelio de Juan 6.  

“Ciertamente les aseguro que no fue Moisés el que les dio a ustedes el pan del cielo —afirmó Jesús. El que da el verdadero pan del cielo es mi Padre. El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Señor —le pidieron—, danos siempre ese pan.
Yo soy el pan de vida —declaró Jesús. El que a mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener sed.” Jn. 6:32-35, NVI

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