12.1.10

El agua no siempre es refrescante

Hace muchos años mi padre nos llevo a mi hermano y a mí al cumpleaños de uno de sus amigos. Recuerdo que había mucha gente y el ambiente era muy alegre. Era una casa amplia que parecía ser una casa de campo. La casa también tenía una piscina (una alberca). Los niños y jóvenes que estábamos allí disfrutamos muchísimo de la piscina.

En un momento dado mi padre y varios de sus amigos decidieron coger (agarrar) a su amigo cumpleañero y echarlo a la piscina con todo y ropa. Tan pronto como el cumpleañero se dio cuenta del complot, comenzó a correr a la vez que se quitaba los zapatos y la ropa para no ser arrojado al agua con todo lo llevaba puesto. Lo alcanzaron justo al llegar a la piscina y lo arrojaron al agua. Varios de los amigos del cumpleañero cayeron al agua en la parte profunda de la piscina incluyendo a mi padre.

Había un gran problema. Mi padre no sabía nadar y comenzó a tratar de salir del agua sin saber cómo por lo que comenzó a ahogarse. Yo era un niño de escuela primaria. Tal vez en quinto o sexto grado.

Es muy difícil para un niño de quinto o sexto grado ser el salvavidas de un adulto, pero se trataba de mi padre. Así que yo, niño y flaquito como era (ya no soy niño pero sigo flaquito) y, a diferencia de mi padre, sabiendo nadar, grite "¡Se ahoga!" y me tiré al agua con la intención de salvar a mi padre porque era mi padre y aunque me dio miedo verlo luchar para salir del agua, me dio mucho más miedo perderlo. Tuve que hacer algo y por eso me tire al agua, pero no pude rescatar a mi padre. Lo rescataron sus amigos. Le salvaron la vida sacándolo del agua.

Mi padre, una vez fuera del agua, tocía y se reía porque después de todo el objetivo era arrojar a su amigo cumpleañero al agua. Creo que todos se divirtieron con eso y fue evidente. Pero creo que nadie se dio cuenta del gran susto que pasé al ver a mi padre bajo el agua tratando de salir sin saber cómo. Así mismo, mi alivio fue grande al ver a mi padre fuera del agua.

Si yo hubiese sido el único que se encontraba en la situación de rescatar a mi padre, me hubiese arrojado al agua para tratar de salvarlo comoquiera. Pero creo que en vez de salvarlo nos hubiésemos ahogado los dos ya que yo no hubiese podido rescatarlo y él en su desesperación se hubiese aferrado fuertemente a mi tratando de subir a la superficie para respirar. Hubiese sido una doble tragedia, pero no lo fue gracias a que los amigos de mi padre estaban allí.

Nunca olvidaré ese día en que por un instante el agua pudo haber acabado con la vida de mi padre y tal vez con la mía si las circunstancias hubiesen sido otras. Un instante que significaba la muerte para una persona fue también un instante que significaba la vida para la misma persona. En ese instante en que mi padre fue alzado del agua, aunque en verdad no había muerto, volvió a vivir. Nunca se está tan consciente de la vida como cuando nos toca estar muy cerca de la muerte. Y el agua no siembre es refrescante, pero cuando lo es ¡qué diferencia hace en nuestras vidas!

No hay comentarios.: