3.12.16

Dos Votos para la Historia y una Paz para Colombia



El domingo, 2 de octubre del 2016 fue un día muy triste para el mundo, pero en particular para Colombia. El plebiscito que ratificaría el Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército Popular (FARC-EP) sería rechazado por los votantes por una diferencia de medio punto (.5) entre el no y el sí. Luego de cuatro años de ardua negociación entre las partes en La Habana, Cuba, el referendo terminó en un aparente callejón sin salida. Fue una gran sorpresa y un duro golpe para todos los que seguimos con interés el proceso y anhelamos de corazón la paz para Colombia. No fue menos duro para millones de colombianos que habiendo podido no salieron a votar ese día. Las FARC y el gobierno de Colombia llevaban más de medio siglo enfrascados en una guerra que según los mejores estimados ha desplazado a más de 7 millones de personas y matado a sobre 225,000.

El Presidente Juan Manuel Santos había declarado de cara al plebiscito que no había “Plan B” de fracasar la votación. Irónicamente, el Presidente Santos obtuvo el Premio Nobel de la Paz este año a sólo unos días luego de la derrota del plebiscito por la paz en su país. De hecho, esto sirvió como un mayor incentivo para redoblar los esfuerzos por la paz y renegociar el acuerdo ya pactado en septiembre con mayor ímpetu.

La semana pasada, el jueves 24 de noviembre para ser exacto, el gobierno colombiano y las FARC nuevamente se reunieron para concretar, con las firmas del Presidente Santos y el Comandante de las FARC Rodrigo Londoño, el pacto de paz renegociado. Estos dos líderes demostraron integridad al continuar comprometidos con la causa por la paz de la nación. El proceso muy fácilmente pudo haber tomado otro rumbo cuyo fin ya sabemos cuál sería- la reanudación de hostilidades en el país.

En esta ocasión, y a diferencia de la refrendación del 2 de octubre, el Acuerdo de Paz sería ratificado por el Congreso colombiano solamente. En esta ratificación se encuentra lo significativo de la segunda vuelta por la paz colombiana. La ratificación de la paz sucedió en dos votaciones, una por cada cámara del Congreso. La Cámara Alta compuesta por el Senado consiste de 102 senadores. La Cámara Baja está compuesta por 166 representantes. El Senado de Colombia ratificó la paz con una votación de 75-0. La Cámara de Representantes con una votación de 130-0. La diferencia en ambas cámaras la formaron en su mayoría las abstenciones del partido de extrema derecha Centro Democrático cuyo portavoz es el senador Álvaro Uribe. Uribe fue la voz cantante en la campaña de desinformación que en gran parte obtuvo la victoria del no el 2 de octubre.

No debemos ni podemos ignorar el peso y la fuerza social de estos dos votos del Congreso colombiano. Rara vez se hallan en cuerpos legislativos votaciones que resultan en completa unanimidad política, pero los senadores y representantes colombianos sabían que la responsabilidad moral a favor de la paz era de repercusiones históricas para un futuro seguro y próspero en Colombia. Un voto en contra de la paz colombiana era un ejercicio inmoral y una abdicación del deber patrio por el bienestar del país. Dos votos para la historia y una paz para Colombia.

Es muy posible que Colombia no vuelva a ver tal grado de unanimidad política en sus cámaras legislativas, pero como aquí se trataba de una paz estable y duradera para esta y las generaciones futuras del pueblo colombiano había que dejar un mensaje claro. Por supuesto, un voto en contra hubiese sido igual de claro. Por eso no hubieron tales votos. Obviamente, las abstenciones fueron símbolos de protesta contra el acuerdo de paz por parte de una minoría de legisladores. Fue un conveniente cálculo político para solapar su antagonismo contra el curso de la historia. Colombia, por medio de la mayoría sus legisladores, dijo claramente, “¡Ya no más guerra!”

Sí, gracias a Dios, Colombia ya tiene un Acuerdo de Paz firmado por las partes en cuestión y ratificado por los políticos del país. Sus más altos funcionarios merecen nuestro encomio por su perseverancia y compromiso con la paz. Han hecho historia y eso no es poca cosa. Pero eso no fue lo más difícil de todo este proceso. Lo más difícil es lo que viene ahora.

Le resta al gobierno y las FARC trabajar juntos en la fase de implementación del Acuerdo de Paz por el que tan arduamente trabajaron. Es aquí donde la intención se convierte en acción y las palabras se hacen carne en vez de llevárselas el viento. Que Dios le de gracia al gobierno y al pueblo colombiano para trabajar por la paz y preservarla como protagonista en el nuevo capítulo que se proponen escribir de su historia. Y que el anhelo por la paz y la justicia nunca muera en el corazón de cada colombiano. #PazParaColombia

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